Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Mateo 5,1-12: Dios quiere que seamos santos.

Seguían a Jesús grandes multitudes que llegaban de Galilea, de la Decápolis, de Jerusalén, de Judea y de la Transjordania.  Al ver a la multitud, Jesús subió a la montaña, se sentó, y sus discípulos se acercaron a él. Entonces tomó la palabra y comenzó a enseñarles, diciendo: «Felices los que tienen alma de pobres, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices los pacientes, porque recibirán la tierra en herencia. Felices los afligidos, porque serán consolados. Felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Felices los misericordiosos, porque obtendrán misericordia. Felices los que tienen el corazón puro, porque verán a Dios. Felices los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios. Felices los que son perseguidos por practicar la justicia, porque a ellos les pertenece el Reino de los Cielos. Felices ustedes, cuando sean insultados y perseguidos, y cuando se los calumnie en toda forma a causa de mí. Alégrense y regocíjense entonces, porque ustedes tendrán una gran recompensa en el cielo; de la misma manera persiguieron a los profetas que los precedieron.

 

Dios quiere que seamos santos
Es muy importante saber y reconocer que Dios es Santo, es inmenso, inconmensurable, trascendente, inalcanzable y que esa santidad Dios nos la quiere compartir, participar. Por eso, a través de diferentes personas, en el último tiempo nos habló por medio de su Hijo, Jesucristo. Y Cristo, que conoce al Padre y el Padre conoce a Cristo, nos lo da a conocer: «quien me ve a mí, ve al Padre, pues el Padre y yo somos una misma realidad»

 
El trato con Dios debe ser un trato de respeto, de consideración y también de temor. Temor cuando el Hijo ama al Padre – «tengo temor de no fallarle a mi Padre», «tengo temor de honrarlo a mi Padre y que mi Padre esté bien», «no tengo temor a que mi Padre me castigue», «tengo temor de Dios porque no quiero hacer fracasar su obra en mí»- cuando uno ama respeta y tiene temor de Dios. Él nos manifiesta y nos muestra que en esta vida siempre hay contradicciones, contrariedades, dificultades: los que tienen alma de pobre, los afligidos, los pacientes, los misericordiosos, los que tienen un corazón puro, los que trabajan por la paz, los que son perseguidos por su causa.

 

 

Por seguirlo a Cristo, por ser cristiano, ¿nos van a suceder estas cosas? ¡Si, van a sucedernos estas cosas! Nos van a suceder estas cosas porque primero le sucedieron a Él, por lo tanto Él da sentido a aquello que estamos viviendo. Queridos hermanos: el cristiano es santo; vivimos de los santos, no traicionemos al inmenso, al misericordioso, al inconmensurable, al amor misericordioso de Dios. ¡Los santos, a las cosas santas! La santidad no es fruto de nuestro esfuerzo humano sino que es Don del amor de Dios y respuesta nuestra a la iniciativa divina; porque Dios quiere que nosotros seamos santos. Que tengamos el anhelo de buscar y vivir la luminosidad de la santidad.

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