Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Marcos9,38-43.45.47-48: Discípulos, servidores, hermanos.

Juan le dijo a Jesús: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu Nombre, y tratamos de impedírselo porque no es de los nuestros». Pero Jesús les dijo: «No se lo impidan, porque nadie puede hacer un milagro en mi Nombre y luego hablar mal de mí. Y el que no está contra nosotros, está con nosotros. Les aseguro que no quedará sin recompensa el que les dé de beber un vaso de agua por el hecho de que ustedes pertenecen a Cristo. Si alguien llegara a escandalizar a uno de estos pequeños que tienen fe, sería preferible para él que le ataran al cuello una piedra de moler y lo arrojaran al mar. Si tu mano es para ti ocasión de pecado, córtala, porque más te vale entrar en la Vida manco, que ir con tus dos manos al infierno, al fuego inextinguible.
Y si tu pie es para ti ocasión de pecado, córtalo, porque más te vale entrar lisiado en la Vida, que ser arrojado con tus dos pies al infierno. Y si tu ojo es para ti ocasión de pecado, arráncalo, porque más te vale entrar con un solo ojo en el Reino de Dios, que ser arrojado con tus dos ojos  al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga».

 

Discípulos, servidores, hermanos
Esta enseñanza nos explica la actitud de los apóstoles, los discípulos, y el señorío de Cristo; lo que significa que la Verdad de Dios y del Espíritu Santo, no está privatizada por nadie. Dios es libre y obra donde quiere, como quiere y a quien quiere. Por eso nadie puede monopolizar a Dios, ni secuestrar su doctrina, ni manipular ni hacerse dueño de nada, ni de nadie y mucho menos de Dios. Ante Dios, todos nosotros somos discípulos. Si la palabra no les «choca», somos siervos, servidores, hijos y -entre nosotros- somos hermanos.

 

Es una actitud permanente del discípulo -que también tiene que enseñar siguiendo al Maestro- que será buena en la medida que siga siendo discípulo, que siga aprendiendo también él. Y en este mundo que nos toca vivir debemos saber que Dios está en todas partes, aun en aquellos que no viven como deberían pero obran en algo bueno, obran con conciencia, obran con responsabilidad, obran con los derechos cívicos y ciudadanos.

 

A veces, en nombre de Dios, creemos que estamos por encima de todos y no respetamos las cosas mínimas. Sin embargo, los grandes maestros respetan las cosas mínimas. No pretendamos ser buenos maestros si no respetamos lo mínimo.

 

Frente a la presencia de Cristo, la decisión del servidor, del creyente, del discípulo, implica también una radicalidad. Hay que tomar decisiones, hay que definirse en la vida pase lo que nos pase, cueste lo que nos cueste, pero no quedarnos en el mero intento sino saber que hay que llegar a Cristo y obrar conforme a lo que Él nos enseña y nos da.

 

Que tomemos la decisión de seguirlo y que tengamos un corazón universal, sin límites, sin fronteras, sin excusas, sin egoísmos, como Dios.

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