Reflexiones de Monseñor Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio de San Mateo 5, 38-48 (Ciclo A): «Es posible ser santo».

Jesús dijo a sus discípulos: «Ustedes han oído que se dijo: Ojo por ojo, diente por diente; pero yo les digo que no hagan frente al que les hace mal. Al contrario, si alguien te da una bofetada en la mejilla derecha, preséntale también la izquierda; al que quiera hacerte un juicio para quitarte la túnica, déjale también el manto. Y si te exige que le acompañes un kilómetro camina dos con él. Da al que te pide y no le vuelvas la espalda al que quiere pedirte algo prestado.Han oído ustedes que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo; pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores así serán hijos del Padre que está en el cielo porque El hace salir el sol sobre buenos y malos, y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.

Si ustedes aman únicamente a los que los aman, ¿qué recompensa merecen? ¿No hacen eso mismo los publicanos? Y si saludan tan sólo a sus hermanos, ¿qué hacen de extraordinario? ¿No hacen eso mismo los paganos? Por lo tanto, sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo».

Siempre nos encontramos frente al Evangelio y a la persona de Jesús que nos da más: su afirmación, su presencia, su doctrina, nos sorprende, nos sacude, nos ilumina, nos consuela y también nos exige. De allí que el Evangelio sea siempre exigente.

Pero esta exigencia que el Señor tiene para con nosotros, no es una ilusión es una gracia. ¿Por qué me refiero a la palabra «ilusión»?, porque a veces queremos vivir de acuerdo a una cierta omnipotencia y es así que tenemos ilusión: la ilusión de querer todo, de conocer todo y de experimentar todo.

Es evidente que uno no puede querer todo, conocer todo y experimentar todo ya que esta pretensión de ilusión, que para nosotros puede ser una tentación, también se puede convertir en una enfermedad, porque de alguna manera uno se cree prescindente de Dios.

Y la sociedad está cambiando. Antes se peleaba contra Dios por alguna cosa, por alguna situación, por algún problema, por algún desastre de la naturaleza, donde se decía ¿por qué Dios permite esto?, ¿dónde estaba?, ¿qué estaba haciendo?, ¿por qué nos abandona? Y en el fondo esta queja, este lamento, este disgusto, siempre hace una referencia hacia Dios.

Pero a veces el mundo que vivimos -mundo cibernético, mundo de la tecnología, mundo de la imagen, mundo de lo virtual-, puede pretender llenar nuestra vida y hacernos creer que, de alguna manera, no tenemos necesidad de Dios. «Para el campo, bueno ya conseguiremos el riego virtual»; «para tener hijos, no hace falta tener una relación sexual porque con la manipulación genética ya se puede lograr»; y así sucesivamente uno puede pretender suplantar a Dios de nuestra vida. Y es ahí donde nos equivocamos. Dios nos da, para vivir y para amar, un poco más para superar.

Amar universalmente, amar a todos, amar a su medida y semejanza, con el mismo amor de Él, amar intensamente, amar extensivamente a todos – «todo hombre es nuestro hermano»- ¡Ese amor es creativo!. Hoy hay una pasividad tremenda porque nadie se quiere complicar la vida; miramos para otro lado; nadie quiere entrar en problemas del otro; no hay tiempo y no queremos tener tiempo para complicarnos la vida con la vida de los demás. Porque el ser humano está bastante cansado.

Pero también nos falta profundidad para ser creativos: amar al enemigo; si te piden una ayuda, dar más; tener la mirada de Jesús; amar como ama Jesús; obrar como ama Jesús; tener los sentimientos de Cristo Jesús. Y con todo esto, haciendo la voluntad de Cristo, empezamos a ser santos. Hermanos, la santidad es posible con la ayuda de Dios y con la gracia que Dios nos permite para poner nuestra voluntad. Que anhelemos ser santos como el Padre celestial es santo.

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