«Hasta que no fuerce a mi prójimo a conocer mis secretos, no estaré a salvo de ellos. Si no permito que me conozcan, no me puedo conocer yo mismo ni a nadie más. Estaré solo.» Lema Daytop

Luego de una serie de entrevistas preliminares (en las que realizamos un diagnóstico presuntivo para evaluar la posibilidad de poder ingresar a nuestro Programa de Rehabilitación del juego patológico), el paciente se integra a los grupos terapéuticos. ¿Por qué el tratamiento terapéutico en grupos?. Porque la terapia en grupo implica que varias personas se encuentren dispuestas a compartir la experiencia de relatar y pensar sus conflictos delante y junto con otros. Para lograr esto, el paciente debe estar en condiciones de hacerlo. ¿Por qué hay una evaluación previa?. Porque de esa manera ambas partes, o sea, pacientes y terapeutas, se conocen. Y si la persona tal vez no puede incluirse en el trabajo grupal por el tipo de padecimiento que sufre, el profesional lo orienta con respecto a qué otro tipo de terapia puede acceder en ese momento.

Integrar un grupo terapéutico implica armar un proyecto compartido con otros. Y son justamente estos otros en quienes el paciente buscará apoyo y se verá reflejada.

Podrá disentir con ellos (incluso, tal vez le provoque enojo hacerlo) y compartirá la vivencia del problema en el sentido de que sus compañeros de grupo también lo sufren. Se pone en marcha, entonces, un proceso emocional que crece con la progresión del trabajo terapéutico y esto tiene que ver con el incremento de la confianza. Es decir, ir conociendo sensaciones y sentimientos penosos (propios y de los demás) para luego analizarlos con la intervención de un terapeuta especializado en el tema.

La tarea del profesional es acompañar y promover este proceso con intervenciones adecuadas, que estimulan el recuerdo y la comprensión respecto de cuál es el conflicto limitante y productor de sufrimiento.

El grupo psicoterapéutico dota a sus miembros de estrategias adecuadas para el afrontamiento y de recursos cognitivos y emocionales para adaptarse al cambio. Y también aumenta la autonomía y el crecimiento personal a nivel individual, evitando la cronificación y la disminución de la sintomatología en las áreas afectadas por el trastorno.

Para que el grupo se convierta en un lugar seguro y confiable, en otras palabras, para que se transforme en un lugar de pertenencia, se requieren otros elementos. Ellos son: el deseo y la necesidad del sujeto de compartir sus experiencias; tener capacidad de espera, ya que los conflictos que duraron años no se pueden resolver rapidamente; poder hablar y escuchar a los otros del grupo, para que el conflicto resuene en la interioridad de cada uno, y desde allí acceder al enriquecimiento de la vivencia múltiple (que es, por su naturaleza, grupal).

Lic. Adriano Vottero
Centro de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo
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