«No postrarnos ante las tentaciones»
El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, Monseñor Rubén Frassia, se refirió al Evangelio según San Lucas 4, 1-13 (Ciclo C) en el sermón del 1er domingo de Cuaresma.
«Este Evangelio nos habla de las tentaciones que recibe Jesús en el desierto. Me gustaría que todos nosotros pensáramos que, muchas veces, no hacemos caso del peligro de la tentación porque no lo advertimos. En este mundo que estamos viviendo, pareciera que todo lo que uno siente o se le antoja, todos los caprichos, todo lo que se le ocurra, está permitido y no tiene ninguna otra valoración. Sin embargo, ahí esta el peligro más grande.
El peligro es no pensar; no discernir; no reconocer el bien ante el mal; el no separarse de aquello que hace mal; pero el más grande de los peligros es confundir todas las cosas como si todo fuera igual. ¡Que ganas de decirles a todos, como en el famoso tango, la Biblia y el calefón, todos es lo mismo, todo es igual!, sin embargo no es así, queridos hermanos.
Este tiempo de Cuaresma, es un tiempo de conversión, de oración, de sacrificio, de ayuno y de acentuar la caridad: la caridad fraterna, la caridad social, caridad con la familia y caridad con los hermanos. Estas tres cosas son importantísimas porque tienen que ser compartidas: oración, ayuno y caridad.
Pidamos al Señor darnos cuenta que tenemos que tomar decisiones; pero para tomar decisiones hay que pensarlas y ejecutarlas en la vida. Tenemos que pasar por el crisol de la prueba y la conversión. Quien piensa que no tiene que cambiar, es un necio. ¡Todos tenemos que cambiar, porque todos somos pecadores! ¡Todos nos equivocamos en la vida! Por eso, siempre es la conversión personal lo primero y principal.
Luego es necesaria la conversión pastoral; la conversión para hacer el bien en lo social. Estas son las actitudes que tienen que traducirse, no sólo en palabras, sino en gestos y en cosas profundas. Cosas que hagan bien, porque hacer el bien no significa entretener a la gente. Producir el bien no significa decirle a la gente que haga lo que quiera.
¡Hay que tener criterio para vivir en la verdad!.
¡Hay que tener criterio para comprometerse!.
¡Hay que tener criterio para vivir, en serio, una vida humana y cristiana!.
En la Cuaresma tenemos que intensificar la oración para tomar actitudes nuevas, para cambiar las cosas que tenemos que cambiar; para modificar aquello que nosotros hacemos o hicimos mal; y para llamar las cosas por su nombre: el bien será siempre el bien; y el mal, aunque tenga apariencias de bien, siempre será el mal; la verdad es la verdad y la mentira será siempre mentira; la justicia será justicia y la injusticia siempre será injusticia.
Pidamos al Señor, en esta Cuaresma y en este bicentenario que estamos empezando -2010 a 2016- que nuestras actitudes se traduzcan en compromisos no sólo personales, sino también eclesiales y sociales, para ennoblecer a nuestra querida patria, la Argentina.
Deseo que esta Cuaresma tenga sentido en nuestra vida, que nos encontremos con el Señor, que tomemos decisiones, que ninguna tentación permita postrarnos ante ella y que siempre el Señor sea el Señor en nuestra vida.