Mons. Margni, a los diáconos: “Están llamados a ser el rostro visible de una Iglesia servidora”
Lo hizo en un mensaje a la comunidad del Centro de Formación para el Diaconado, en el que destacó las figuras de san Felipe, diácono, y san Juan XXIII, como ejemplos de servicio y entrega.
El obispo de Avellaneda Lanús, monseñor Marcelo Margni, recordó que el 11 de octubre se celebra la memoria de dos grandes figuras de la historia de la Iglesia: san Felipe, diácono, y san Juan XXIII.
En un mensaje a la comunidad formativa del Centro de Formación para el Diaconado “San Felipe, diácono”, el prelado destacó que” ambos, cada uno desde su lugar, nos enseñan el valor del servicio y la entrega generosa al Evangelio y a la humanidad”.
“San Felipe, con su vida de dedicación a los más pobres y marginados, nos recuerda que el corazón del discipulado cristiano está marcado por el servicio y el amor activo hacia los demás. Como custodio del servicio en la Iglesia, el diácono es llamado a ser signo vivo de la entrega, anunciando el Evangelio no solo con palabras, sino con la vida misma y con el impulso misionero que llevó a Felipe al encuentro del primer creyente no judío, a quien él mismo bautizaría”, puntualizó.
Al referirse a san Juan XXIII, el obispo destacó que fue “el Papa que tuvo la visión y el coraje de convocar el Concilio Vaticano II, un acontecimiento que reavivó la vida de la Iglesia y restableció el diaconado permanente”.
“Fue él quien nos invitó a una Iglesia abierta, en actitud de diálogo, y, sobre todo, servidora de la humanidad. Su legado continúa vivo, y nos recuerda que la Iglesia no puede estar encerrada en sí misma, sino que, como Cristo, ha de ser siempre una Iglesia en salida, que se ofrece al mundo con humildad y amor”.
Monseñor Margni señaló que, en la diócesis que él gobierna, el Centro de Formación para el Diaconado “San Felipe, diácono” acompaña y anima a “quienes, con generosidad, responden a la vocación del diaconado, siguiendo los pasos de san Felipe, de san Juan XXIII y de tantos otros creyentes servidores a lo largo de los siglos”.
“Ustedes, futuros diáconos, están llamados a ser el rostro visible de esa Iglesia servidora que san Juan XXIII soñó y que el Concilio nos invitó a ser. Al custodiar y animar el servicio en la liturgia, la palabra y la caridad, encarnan esa dimensión esencial de la fe: el servicio a Dios y a nuestros hermanos”, afirmó.
“Quiero agradecerles su compromiso, su dedicación y su apertura al llamado del Señor. Que su formación siga siendo un camino de gracia, en el que el Espíritu Santo los guíe, fortalezca y prepare para una vida de servicio fiel y humilde”, agregó.
El obispo aseguró que reza, de manera especial, por cada uno de los que se están formando y por sus familias.
“Que san Felipe, diácono y servidor, y san Juan XXIII, papa y pastor, los acompañen con su intercesión, para que puedan seguir sirviendo con amor, alegría y generosidad, a imagen de Cristo, que vino no para ser servido, sino para servir”, concluyó.