Miles de vecinos de Avellaneda homenajearon a su Virgen Patrona

Una nutrida procesión de fieles acompañó la imagen de Nuestra Señora de la Asunción en la celebración de las Fiestas Patronales. El discurso del Obispo Monseñor Rubén Frassia ante el Honorable Concejo Deliberante.

Miles de vecinos marcharon en procesión por las calles del centro de nuestra ciudad, acompañando a la imagen de la Virgen María Nuestra Señora de la Asunción, en la celebración de las Fiestas Patronales de Avellaneda.

Los festejos comenzaron a las 8 de la mañana con la celebración Eucarística en la Catedral local y a las 11 se llevó a cabo una sesión extraordinaria del Honorable Concejo Deliberante, donde el Obispo de Avellaneda-Lanús, Monseñor Rubén Frassia, expresó su discurso ante los representantes de todos los bloques políticos y de otras instituciones y fuerzas vivas de nuestra ciudad.

Pasadas las 14.30, dio inicio la procesión por las calles céntricas de Avellaneda, con la imagen de la Patrona de la diócesis. Allí, encabezados por el Obispo y el intendente Jorge Ferraresi, y su esposa, Magdalena Sierra; funcionarios municipales; el clero diocesano, junto al Párroco de la Catedral, Omar López; los integrantes del grupo de trabajo que colaboró con la organización; grupos parroquiales; alumnos de escuelas católicas de la diócesis y miles de vecinos de nuestra ciudad dieron una verdadera muestra de devoción, Fé y esperanza en su sentido homenaje a su Virgen Patrona.

Por último, el Obispo diocesano celebró la Santa Misa al aire libre en Plaza Alsina y en el cierre hubo un concierto de la Orquesta Sinfónica Municipal en el templo de la Catedral.

Discurso de Monseñor Frassia
A continuación, reproducimos el discurso del Obispo diocesano Monseñor Rubén Frassia ante el Honorable Concejo Deliberante.

“Como cada año quiero agradecer a este Honorable Concejo Deliberante, a su presidente Hugo Dino Barrueco y a todos sus integrantes que representan a la Comunidad de Avellaneda, ante todo su cordial y respetuosa recepción como Obispo Diocesano en esta ya tradicional Sesión Extraordinaria, dónde honramos a nuestra madre y patrona, la Virgen de la Asunción. Saludo en particular y agradezco la presencia del Sr. Intendente Municipal, Ing. JORGE FERRARESI y a todos sus colaboradores. Agradezco asimismo las intervenciones de los Sres. Concejales que, como cada año, en lo religioso, son muy sentidas y edificantes.

El 15 de agosto, se celebraba en Oriente una de las más antiguas fiestas marianas, muy populares entre los fieles. Según cuanto indican los textos litúrgicos, conservados hasta ahora, era una fiesta en honor a María, Madre de Dios. Al inicio del siglo VI, en Palestina y Siria, esta fiesta se transforma en la memoria de la Dormición de María. En Jerusalén, las celebraciones se desarrollan en la Iglesia junto al Huerto de los Olivos donde se encontraba la tumba, desde la cual, como se sostenía, María fue asunta al Cielo. La gran popularidad del apócrifo “Transitus Mariae”, así como la afluencia de los peregrinos parecen ser la causa del cambio del contenido teológico de la fiesta. El emperador Mauricio (582-602) prescribe celebrar la Asunción de María en todas las Iglesias orientales. La Iglesia romana acoge la fiesta mariana el 15 de agosto en el siglo VI, y en la mitad del siglo VII, bajo el influjo de la Iglesia bizantina, la celebra como la fiesta de la Dormición de la Beatísima Virgen María. El Sacramentario Gregoriano le dará el nombre de “Asunción” de María. El Papa Sergio (+ 701) introduce la solemne procesión nocturna.

Hacia finales del siglo X, se une a la fiesta de la Asunción de María la costumbre de bendecir las hierbas medicinales. La costumbre miraba a la más antigua tradición oriental en que, en la fiesta del 15 de agosto, se bendecían los campos. En este día, hasta hoy en algunos lugares, conforme a la estación en que se encuentran, los fieles llevan a la Iglesia los frutos de los campos y jardines, para presentarlos a Dios.

La Parroquia Catedral se inscribe en esta tradición plurisecular desde mediados del siglo XIX, el templo se inaugura el 18 de marzo de 1860, estas fiestas patronales se encuentran necesariamente entretejidas en la historia del entonces Barracas al Sud y el hoy Avellaneda. Ya la Virgen en su Magnificat profetizó: “todas las generaciones me llamarán bienaventurada”.

¿Qué significa la celebración de la Asunción? Significa celebrar la participación que todos los hijos de la Iglesia tienen en la Historia de la salvación. Cristo es el primer Resucitado, y la Virgen la primera criatura que en cuerpo y alma, en la integridad de su ser, está en el cielo. María es la imagen de la Iglesia, el modelo de fe y de relación con Dios. Por eso cuando nombramos a María no la podemos separar de su subordinación a Cristo en la obra de la Redención. Cuando celebramos a María también celebramos a Jesús.

En una ocasión señalaba el Cardenal Ratzinger que cuando celebramos a los grandes hombres lo que interesa es la obra: los pensamientos que elaboraron o escribieron, las obras de arte que realizaron, las instituciones que han dejado. Esta obra les pertenece y no es la obra de sus madres, las cuales nos interesan solo en la medida en que por ellas podríamos aclarar aspectos de determinadas obras.

Pero Cristo para nosotros no cuenta solo por su obra, por lo que ha hecho, sino más bien por lo que fue y es, en la totalidad de su persona. Él cuenta para nosotros de manera distinta de cualquier otra persona, porque Él no es sólo hombre. Él cuenta, porque en Él la tierra y el cielo se tocan y así en Jesús, Dios puede llegar a nosotros como hombre. Los Padres de la Iglesia han llamado a María la “santa tierra” de la cual Jesús fue plasmado como hombre, esto es lo maravilloso que Cristo como hombre siempre queda unido a la tierra. San Agustín una vez formuló así este mismo pensamiento: Cristo no quiso tener un padre humano para mantener visible su filiación con Dios, pero quiso una madre humana: “Quiso acoger en sí la condición masculina y se dignó honrar la condición femenina en su madre… Si Cristo hubiera aparecido como hombre sin respetar la condición femenina, las mujeres deberían desesperar… Pero el honró ambas, las respetó a las dos, las recibió a las dos. Él nació de la mujer. No desesperen mujeres: Cristo quiso nacer de la mujer. Ambos sexos cooperan a la salvación: vengan los hombres, vengan las mujeres, en la fe no hay más ni hombre ni mujer, [somos todos iguales]”.

Expliquemos un poco más: en el drama de la salvación María no debía cubrir una parte para después retirarse, como para quien su rol terminó. La encarnación en una mujer no es una parte, un rol, que después de un tiempo se agota, sino que es el permanente estar de Dios con la tierra, con el hombre, con nosotros que somos tierra. Por eso esta solemnidad de la Asunción, tan antigua, no es una elucubración teórica sino una conclusión lógica, María está en cuerpo y alma en el cielo, como todos nosotros estamos llamados a estar.

La Virgen Asunta es signo de consuelo, como Madre y como testigo que ha llegado a la meta. Cuanto consuelo en el mundo ha dado a los fieles la Virgen, hace tantos años que nuestros vecinos se confían y se desahogan ante nuestra Patrona. Esta natural y providencial unión en Cristo y la Virgen nos hace entrar en comunión con el cielo y la tierra, hace que nuestras conciencias no se congelen, que no cortemos nuestras raíces de fe y esperanza y de servicio al necesitado, central en la vida de fe como lo señala tantas veces nuestro papa Francisco, en la caridad.

Al celebrar cívica y religiosamente a Nuestra Señora de la Asunción podemos recuperar el lenguaje de la tierra que Jesús hizo suyo. Podemos abrirnos a la cercanía de la Madre, sin miedos de falsos sentimentalismos y sin miedo de precipitarnos en lo místico. Todo esto se vuelve mito y malo solo cuando lo separamos del grandioso contexto del misterio de Cristo. Entonces cuando removemos todo lo religioso por prejuicio o racionalismo, vuelve a nosotros en forma exotérica, en imágenes confusas, cuyas promesas son vacías y engañosas. En la anunciación aparece la verdadera religión: Dios es cercano hasta tocarlo, también hoy y para los que no tienen fe, porque cuando sirven al necesitado a Dios sirven.

Se acercan tiempos complejos. Es necesario tener capacidad de objetivar, trabajar respetando las diferencias, pero siempre esforzarnos por el Bien Común. “Se hace urgente la reconciliación argentina, queremos afirmar que ella se edifica sólo sobre la verdad, la justicia y la libertad, impregnadas en la misericordia y en el amor”.(cf. Iglesia y Comunidad Nacional, nº 34) . “Una cultura nacional no implica una identidad uniforme. La Nación puede congregar, en torno a un núcleo de valores básicamente común, diversas regiones culturales, que tienen su propia característica particular. Variedad ésta que no daña, sino que enriquece a la cultura común” (cf. Ídem nº 80).. Todos bien sabemos que el Estado surge de los hombres, las familias y los diversos grupos, en cuanto se reúnen para cooperar en la realización del bien común, es decir para defender sus propios derechos, de los que ni la comunidad política ni la autoridad del Estado, son fuente sino custodio. . Mientras las personas, al reunirse en la comunidad política, se ponen al servicio del bien común de todos, el Estado está al servicio del bien común de las personas. (ídem nº 92)

Por esta razón, hoy queremos pedirle a la Virgen de la Asunción nos cuide y nos proteja. Qué estas celebraciones cívicas y religiosas nos hagan más humanos y comprometidos con el bien común. ¡Virgen de la Asunción que Dios bendiga nuestras familias, nuestra ciudad de Avellaneda y Lanús, este Concejo Deliberante y a toda nuestra Diócesis!

Muchas gracias”.

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