Mensaje navideño del Obispo de Avellaneda – Lanús, Monseñor Rubén Frassia

“Hoy nace el Redentor, surge la esperanza”, se titula el texto difundido desde el Obispado local.

“A los queridos fieles y a todas las personas de buena voluntad de Avellaneda-Lanús.

Estamos hoy invitados a contemplar el misterio más grande que compromete la historia de la humanidad. Este es el acontecimiento más original, inédito y único. El nacimiento del Redentor, es la manifestación más expresa de que la voluntad de Dios ha querido plantar su presencia en medio de nosotros. El Verbo se hace carne. Lo divino y lo humano vienen a nosotros para caminar definitivamente en y con nosotros.

La contemplación de este misterio comporta un compromiso; nos lleva como peregrinos a buscarlo, reconocerlo, seguirlo y adorarlo. Las cosas de Dios son para los hombres. Lo infinito y lo trascendente toca y enaltece todo lo humano. A partir de esta manifestación la realidad de las personas se integran en estas dos realidades que son distintas pero que no deben ser separadas jamás. Lo divino, lo trascendente y lo humano deben encarnarse en cada uno de nosotros simultáneamente, para obtener su pleno significado.

En la situación actual, tanto en lo personal, como familiar, en lo público y en lo social, en nuestro país, como en el mundo entero, la vida se está desarrollando como una pérdida de equilibrios, de raíces, de valores, de vínculos interpersonales muy deteriorados y con una acentuada pérdida de sentido a todo. Realmente estamos ante un cambio de época y ante una profunda crisis de la civilización.

La exacerbación del individualismo. El relativismo que sostiene que no hay nada objetivo, sino que todo se reduce a lo empírico, a la sensación y a las ganas, es moneda corriente hoy tanto en el campo del pensamiento como en el de la acción. Debemos recuperar la capacidad de vivir de acuerdo a la conciencia, es decir la capacidad de reconocer en los ámbitos decisivos de la existencia humana, el valor supremo de la verdad incluida la dimensión moral y religiosa. Reconocer la capacidad del hombre para descubrir la verdad, implica al mismo tiempo el deber de encaminarse hacia la verdad, de buscarla y subordinarse a ella donde se la encuentre. Esto quiere decir que no debemos olvidar de seguir los dictámenes de nuestra conciencia. (Cfr. Discurso del Sto:Padre, a la Curia Romana, 20-12-10).

El Santo Padre, nos enseña, citando a Alexis Tocqueville, que éste en su tiempo observó que en América la democracia fue posible y había funcionado porque existía un consenso moral de base que unía a todos. Sólo si existe un consenso semejante sobre lo esencial, las constituciones y el derecho pueden funcionar. Este consenso de fondo, está en peligro donde en su lugar, en vez de la razón moral, se pone la mera racionalidad finalista…Donde se da el primer lugar a lo mediático, a la pura conveniencia independientemente de la verdad, de la objetividad y de aquello que es, realmente esta consideración “pone en juego el futuro del mundo”.

Celebrar entonces la Navidad, es contemplar, recibir y comprometerse a seguir la luz, la verdad y el amor. Cualquier tipo de violencia, no produce ningún progreso. Sólo con el compromiso y la comprensión mutua se podrá restablecer la verdadera unidad y procurar así la paz. Es necesario reconocer la luz y seguirla. Hay que definirse y comprometerse en la realización del proyecto que hemos recibido, y que queremos para nosotros y para el futuro de nuestra sociedad.

El misterio de la Navidad no puede agotarse en un saludo superficial ni menos expresarse en un consumismo exacerbado que no llega al alma, a la profundidad de nuestro ser.

Les deseo, a todos, el fortalecimiento de lo divino y lo humano que están presentes en cada uno de nosotros. No sólo en lo que decimos, o hacemos, sino empezando por lo que somos. Me gustaría que resuene en la conciencia y en el corazón de cada uno, la palabra del Señor: “No teman, yo estoy con ustedes” y “Ámense los unos a los otros como yo los he amado”, ya que vivir es amar y si no amamos no sabemos vivir.

Feliz Nochebuena y Feliz Navidad para cada uno de ustedes, para sus familias y para todos los hombres y mujeres que, sin lugar a dudas, son amados por Dios”.

Mons. Rubén O. Frassia
Obispo de Avellaneda-Lanús

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