Mensaje de Cuaresma de Monseñor Rubén Frassia, Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús

Carta pastoral enviada desde Roma.

A Los queridos sacerdotes, diáconos, religiosas y a los amados fieles de nuestra diócesis.
 
Les escribo esta carta pastoral desde Roma, el centro de la fe, madre y cabeza de todas las iglesias del mundo. Desde esta ciudad bendita  quiero, en primer lugar, compartir con ustedes la expresión de gratitud para con el querido Papa Benedicto XVI, que en estos días ha presentado formalmente la renuncia al ministerio  de Sucesor de Pedro y Supremo Pastor de la Iglesia Universal. Hombre diáfano, profundo, recto, digno, esclarecedor en la fe, delicado en la caridad. Bastaría leer su último mensaje de Cuaresma, de este año para ilustrar lo que afirmo. Si quisiéramos expresarlo en una síntesis, podríamos decir: el Papa de la Verdad.

La Historia reconocerá ciertamente el valor de este hombre dentro y fuera de la Iglesia. Gracias querido Benedicto por habernos invitado a vivir en la belleza de la fe.
 
Ahora nos toca preparar  nuestro corazón, nuestras familias y nuestras comunidades,  rezando, ayunando, y extremando la caridad en la Verdad. Acompañemos con nuestra oración, como pide el Señor Cardenal Secretario de Estado a las comunidades de vida contemplativa,  a los Cardenales que tendrán la gracia y la responsabilidad de elegir al Sucesor de  Pedro, al Vicario de Cristo, al Papa. “Su Santidad Benedicto XVI está seguro de poder obtener de ustedes, el valioso aporte de esa fe orante que desde siempre acompaña y sostiene el camino de la Iglesia. El próximo Cónclave se apoyará de modo especial en la límpida pureza de su oración y alabanza” (Carta del Cardenal Bertone)
 
Este tiempo de gracia exige de nosotros una gran  madurez, porque no faltan, lamentablemente, los mediocres, los mal intencionados, que pretenden, a través de los medios masivos sobre todo, sembrar la duda y el desconcierto en el ambiente (embarrar la cancha diríamos nosotros), con supuestas  informaciones, con el nefasto propósito de debilitar a la Iglesia, y  rebajar a esta Institución fundada por Jesucristo, pues derribando esta no quedaría nada, y así seria la confusión y la desesperanza total. Una vez mas reconocemos en estos momentos dramáticos la parábola del trigo y de la cizaña: frente a la belleza de la Verdad y de la gracia, están los que no soportan la fuerza y el esplendor de esa misma Verdad.

 
Queridos hijos, piensen, reflexionen, disciernan, recen y que todos seamos fuertes, para perseverar en el seguimiento del Señor.

La Virgen Madre no dialogó con el mal, sino que permaneció firme en el amor. Que nosotros sepamos hacer lo mismo. Es el mejor testimonio que podemos dar a la Iglesia y al Mundo.
 
Los bendigo de corazón
                                                          
Mons. Rubén O. Frassia
Obispo de Avellaneda-Lanús

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