Luis Garbi y su obra cumbre

Es el autor de la obra que se inauguró el pasado 5 de agosto en la Capilla Nuestra Señora de Luján, ubicada en el segundo piso del hall central del Hospital Presidente Perón de Sarandí. En la foto junto a su esposa Gladis Artel.

El título de la obra que se inauguró el pasado 5 de agosto en la Capilla Nuestra Señora de Luján, ubicada en el segundo piso del hall central del Hospital Presidente Perón, bien podría resumir lo que fue la vida de su autor, el gran artista plástico de Villa Domínico Luis Garbi.

Bajo el nombre “Es mejor el camino que llegar a la posada” (tal como lo bautizó el Director del Hospital, Dr. Jorge Trainini), el impactante óleo sobre un lienzo de 25 m² representa a la famosa parábola del buen samaritano; pero al mismo tiempo constituye un broche de oro en la carrera de Garbi, que siempre mantuvo como su canal de expresión a la pintura.

“Fue una gran experiencia y creemos que se ha conseguido un resultado satisfactorio, para todos los que lo esperábamos. Muchos estaban convencidos de que era una patriada muy grande. Fueron ocho meses de trabajo que me dieron una alegría inmensa. Porque soy humano y pensaba que no iba a poder conseguirlo”, dijo emocionado Luis, a poco más de dos meses de aquel gran día.

Lionel Pastene, escenógrafo del Teatro Cervantes se ofreció a ayudarlo (“Maestro, para mí sería un honor”, le había manifestado), y le dio a Garbi las pautas para poder realizar tamaña obra, por partes. Y el único lugar que se adaptaba a tales dimensiones era, afortunadamente, el garage de su casa.

La única duda que surgía, era cómo podría hacer la obra, siendo un pintor “de caballete”. Además, no podría subir y bajar a grandes alturas, o trepar a los andamios, condicionado por sus jóvenes 80 años.

“La presencia (en la inauguración) del Obispo de Avellaneda – Lanús Monseñor Rubén Frassia fue para mí un espaldarazo muy grande y sé que lo ha entendido como algo de importancia. Un tema bíblico siempre tiene importancia. Pero en este caso era cumplir el deseo del Director de hospital, y poder mostrar lo que él quería que se hiciera”, mencionó Garbi, que en un principio solo aparecía como el autor “intelectual” de la magnánima obra.

Lo cierto fue que todo comenzó con una profunda frase del propio Trainini, en una mesa de café: “¿Te imaginás Luis, qué sería de la humanidad si todos los hombres se amaran?

Enseguida a Garbi se le presentó el tema en su cabeza: el pasaje bíblico del buen samaritano y el espíritu del amor al prójimo. “Así que me llevó volando al segundo piso y me dijo: todo eso que me contaste, lo quiero acá arriba”, al tiempo que le dibujaba con sus manos un arco, delineando la forma que tendría finalmente el cuadro.

“Entonces pensé que era mi oportunidad para hacer algo grande, que me gustara con el alma”, afirmó el pintor.

Luis contó que lo primero que se le ocurrió fue hacer un boceto, con una primera aproximación e interpretación de la historia. Los dibujos y bosquejos se sucedieron en hojas pequeñas, que luego fue uniendo como un rompecabezas. En tal sentido, para el artista “lo más difícil fue volcar las dimensiones al trabajo, porque nunca había realizado una pintura tan grande”.

En el lienzo no podía faltar el amor que siempre tuvo Garbi por la naturaleza, producto de la Creación. Mientras describe su inolvidable cuadro, Luis recuerda
cuando era joven y salía con su valijita y su trípode, para retratar imágenes de la naturaleza. Sobre todo por la zona de su casa, donde había quintas; o cuando aprovechaba algunos viajes para encontrar motivaciones en distintos elementos del entorno que lo conmovían.

“En la obra se observa de un lado al Cristo, frente a su auditorio y por el otro al buen samaritano arrodillado y ayudando a levantar al caído, al enfermo, al prójimo; situados ambos en medio de árboles, plantas y caminos, elementos que terminan de compaginar mi visión de ese pasaje bíblico”, resumió Garbi, quien aseguró que tardó ocho o diez días hasta que estuvo conforme con el boceto.

Es mejor el camino…

Mientras trascurre la charla con Luis Garbi, su esposa Gladis ofrece un capuchino y masas y aporta algunos datos de la vida del artista.

Dueños de historia familiar muy particular, Gladis contó que el suyo es su segundo matrimonio y que ella estaba casada con el hermano de la esposa de Luis. Y como ambos enviudaron el mismo año (1978), al tiempo decidieron casarse nuevamente.

Anécdotas locas si las hay, resulta que los cuatro hijos de Luis (Marcel, Graciela, Beatriz y Claudio) eran sobrinos de Gladis y a su vez, las hijas de Gladis (María Laura y María de los Ángeles) eran sobrinas de Luis. “Para qué íbamos a ir a buscar afuera lo que teníamos en casa”, admitió Luis, entre risas.

Rebobinando el tiempo, Garbi se acordó de cuando a los 6 u 8 años le regalaron una caja de pinturas (acuarelas) y supo desde ese momento que eso era lo que quería hacer.

Criado en una familia muy religiosa, Luis fue seminarista durante algunos años y llegó a pensar que podía ser sacerdote. Pero siempre lo artístico estuvo presente en el hogar. “Mis padres cantaban y como nosotros éramos ocho hermanos, formábamos un coro en nuestra propia casa”, destacó Garbi, que en su juventud estudió música vocal e instrumental.

Por si fuera poco, cursó Filosofía y Letras en la Escuela normal de Profesores “Mariano Acosta”, además de completar sus estudios en la Academia de Bellas Artes. Y de entre todas las actividades que realizó, “también ha escrito varias cosas, aunque no tiene obras editadas”, se lamentó su señora, Gladis.

La vida lo llevó a trabajar formalmente: fue profesor de escuela primaria y trabajó en el Banco Avellaneda, una entidad que Garbi definió como “una joyita, en donde se trabajaba en un ambiente de gran camaradería y amistad”.

Su obra abarca diversas temáticas, en las que predominan las aguas, los paisajes, los retratos e incluso imágenes religiosas como por ejemplo la del Santo Don Orione.

Por toda su obra ha obtenido innumerables premios y menciones destacadas en concursos nacionales e internacionales.

Hoy, a poco de cumplir los 81, Luis disfruta de todo lo que ha realizado en su vida. Tiene una compañera que lo acompaña, lo cuida y lo mima como a un chico, fiel a la profesión de pediatra “mamá”, que ejerció durante cuarenta años en el Hospital Presidente Perón.

Las casualidades no existen y así como la gran obra de Luis se fue armando por partes, la historias de su vida encajan como en un gran engranaje.

Sin dudas, su producción “Es mejor el camino que llegar a la posada” llega en el momento justo, para reivindicar el camino que Garbi ha recorrido en su vida y convirtiéndose en su obra cumbre.

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