Luciana Prato y el arte en todas sus expresiones

Es la Directora de Surdanza, escuela de comedia musical de Wilde.

Qué difícil es definir nuestra vocación. Cuántas veces nos sucede que nos entusiasmamos con tal o cual carrera o queremos desarrollar determinada profesión y, de pronto, desechamos la elección porque eso no era lo que queríamos.

Si alguien le hubiese preguntado a Luciana Prato qué quería ser cuando fuera grande, aún entre balbuceos, ella habría respondido con total seguridad: ¡Bailarina!
Es que esta joven de Wilde –que actualmente reside en Barracas- nació para la danza o, mejor dicho, tal como ella misma lo describe, nació danzando…

“Empecé a estudiar danza a los 8 años, pero ya desde los 5 le hinchaba a mi mamá que quería bailar. Desde siempre estuvo en mí esa pulsión, ese deseo tan fuerte de hacer danza y creo que en la panza de mamá yo ya bailaba”, dice sonriente Luciana Prato, sobre la actividad que constituye su filosofía de vida.

Es la mañana del primer sábado de este caluroso Noviembre y la Directora de Surdanza, -el estudio de danza, teatro y canto que ella ha fundado- se hace un hueco, antes de una clase, para brindar esta nota.

“Si bien de chica comencé con la danza, me fue insuficiente; por eso digo que mi horizonte empezó a ser, en algún momento, integrar otras disciplinas. Entonces, también estudié teatro y me integré a las óperas y ahí flasheé con esto de muchas artes juntas”, explicó Prato, quien a los 17 años se recibió de Profesora Superior de Danzas Clásicas, en el Instituto Quilmes Ballet, dirigido por Vera Stankaitis.

Con el título en mano, en 1993 Luciana empezó a dar clases de danza. El incipiente estudio tuvo varias sedes y fue creciendo, tanto en espacio como en actividades y cantidad de alumnos. Se inició en la calle Dr. Caviglia, mudándose luego a Mariano Moreno y más tarde, se situó en Condarco 73, hasta su establecimiento definitivo en Zeballos 5824, siempre del ámbito de Wilde.

De acuerdo a la consigna de la fundadora, el proyecto que surgió como una propuesta netamente dancística, de a poco se fue convirtiendo en un espacio donde confluyen distintas disciplinas artísticas.

“Acá, en Surdanza, mi deseo era generar una transdisciplina o una interdisciplinariedad. Me llevó un tiempo encontrar un grupo acorde, no a mis ideas, porque la diversidad de ideas enriquece a un grupo, pero sí un grupo en el que todos compartiéramos ciertos valores y donde nos pudiéramos llevar bien y trabajar en equipo. Pero ahora estoy muy contenta porque logré lo que quería. Se armó un equipo que da distintas disciplinas, pero que se vinculan entre sí; por eso creamos el proyecto de comedia musical”, resaltó la responsable del estudio.

Mientras comenzaba como profesora de danzas, la joven Luciana decidió realizar, en forma paralela, una carrera de grado porque, más allá de su pasión por la danza y lo artístico, también deseaba formarse intelectualmente.

Fue así que se recibió de Licenciada en Ciencias de la Comunicación, en la Universidad de Buenos Aires donde, fiel a sus convicciones, pudo nutrirse de la “transdisciplina” que le ofrecía la carrera, a través de materias enriquecedoras como la filosofía, la semiótica, la antropología y la historia.

“En su momento hice trabajos de comunicación y de periodismo y formé una consultora en comunicación. Hoy no trabajo en una empresa, en la parte de comunicación, pero creo que puse las herramientas de lo comunicacional en esto. Y esa formación me dio una manera de pensar, de acercarme a la realidad, que la aplico siempre”, justificó Luciana, con relación a algunos comentarios –equivocados- de conocidos que piensan que su título de Licenciada es sólo un cuadro colgado en la pared.

Bailar, cantar y actuar
Además de asistir a diversos cursos y seminarios orientados a la filosofía, artes y humanidades, Luciana continuó ampliando su espectro con la danza.

En Danza Clásica, estudió con los maestros: Vera Stankaitis, Alfredo Gurquel, Liliana Belfiore, Lidia Segni y Daniel Galvé.

Modern Jazz, con los maestros: Noemí Coelho, Rodolfo Olguín, Ángela Grande y Miguel Brandán.

Le siguieron la Danza Contemporánea, bajo la tutela de los maestros: Miguel Robles, Rodolfo Prantte, Susana Sperling, Freddy Romero, Mónica Fracchia y Mey Ling Bisogno. Y la Danza Aérea, en el estudio de Brenda Angiel.

Cursó, además, Teoría General de la Danza, en la UBA, con Susana Tambutti y fue integrante de la Compañía de Danza Contemporánea, dirigida por Yamil Ostrovsky e integrante del Ballet del Teatro Roma, dirigido por Daniel Galvé.

“En el 2001 empecé a trabajar en óperas, bailando. Mi primer experiencia fue en el Teatro Roma, en Il Corsaro, que era un estreno –no se había hecho nunca en Latinoamérica- de Verdi. Eso me encantó y me apasioné con la ópera. Si bien mi mamá me llevaba de chiquita, al [Teatro] Colón, a ver ópera, estar ahí, en escena, bailando, me encantó esa mezcla de la danza con las otras artes”, recordó la bailarina quien, a lo largo de su trayectoria, también se desempeñó como coreógrafa y asistente de dirección escénica.

Su formación artística se completó con el Teatro: egresó en 2010 de la Escuela de Teatro de Buenos Aires, dirigida por Raúl Serrano.

Asimismo, también cursó Puesta en Escena y Producción Operística, en el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, con el profesor Carlos Palacios y Teoría Musical.
Su gran experiencia como bailarina y coreógrafa, le permitió ser contratada por el Ministerio de Educación de la Nación como capacitadora en Técnicas del Movimiento, para el Programa Coros y Orquestas Juveniles, en el marco del Bicentenario y constituir el jurado evaluador de coreografías en el Carnaval de Gualeguaychú, en 2010.

Sin dudas, la ópera ha sido el género que Prato ha adoptado con gran pasión, porque funde en una simultánea y armónica acción distintas disciplinas artísticas: la música, con la orquesta, los solistas, el coro y el director; la poesía, a través del libreto; las artes escénicas, representadas en el teatro y la danza; las artes escenográficas; la iluminación, el maquillaje y el vestuario.

Luciana admite que si bien disfruta de su labor como directora o asistente escénica, también se deleita con la adrenalina que le produce el hecho de subirse al escenario.

“La ópera a la Argentina la trajeron los inmigrantes, y era un género muy popular”, comentó la Directora de Surdanza. “Después con el tiempo se hizo más elitista. Pero se está trabajando para recuperar esa popularidad. Es importante acercar la ópera, sobre todo a los jóvenes, rompiendo con esos prejuicios de que es aburrida; o los prejuicios sobre los hombres que se dedican a la danza…”, resaltó.

“Acabo de dirigir Bastián y Bastiana, de Mozart, una ópera que el autor compuso a los catorce años, en donde hay cantantes profesionales, la escenógrafa es profesional y yo también soy profesional, pero a mí siempre me gustan esos proyectos, mientras puedo, para incorporar gente de Surdanza. Ojalá algún día los roles protagonistas los ocupen alumnos de esta escuela. Eso sería algo hermoso”, agregó.

Felizmente en pareja con el cantante de ópera, tenor Pablo Selci, -con quien anhela formar una familia, en un futuro no muy lejano- Luciana asegura que Surdanza “es como un hijo”. “Todavía no tengo hijos, pero siento que es mi hijo simbólico. Más allá de eso, es muy hermoso poder compartir todo esto en pareja, poder trabajar juntos y acompañarnos mutuamente en esta vocación”, expresó, con una gran sonrisa, la entrevistada, que en el mes de Marzo de este año fue distinguida por el Consejo Vecinal de Wilde como una de las 29 mujeres destacadas por su labor comunitaria.

El próximo 18 de noviembre, Luciana Prato será reconocida nuevamente por sus vecinos, en el contexto del 124º aniversario de Wilde. “Son mimos muy lindos”, concluyó Prato, una mujer que eligió el arte por vocación, y que ha logrado dominarlo en todas sus expresiones.

noticias relacionadas