Los números de la desigualdad de género en el mundo del trabajo y sus efectos en la distribución del ingreso (Cuarto trimestre 2020) 

Informe del Observatorio de Políticas Públicas de la UNDAV.

La principal causa que explica la desigualdad de género en el plano económico es la pobreza de tiempo que sufren las mujeres por dedicar una jornada laboral al trabajo doméstico y de cuidados no remunerado (TDCNR), limitando su acceso al mercado de trabajo. La Encuesta Permanente a Hogares (INDEC, 4to trimestre 2020) nos muestra que del total de personas que realizó tareas en el hogar, el 72,2% fueron mujeres y solo el 27,8% varones.
Una forma de visibilizar la importancia del TDCNR es midiendo su contribución a la economía del país. Replicando la metodología aplicada por la Dirección de Economía, Igualdad y Género (2020), podemos concluir que en el cuarto trimestre de 2020 el TDCNR representó el 20% del producto bruto interno, siendo el sector de mayor contribución a nuestra economía, seguido por la industria (11,7%) y el comercio (12,3%).
El hecho de que sea la mujer quien se encarga del trabajo doméstico no remunerado constituye la principal restricción para que pueda participar en condiciones igualitarias del mercado laboral. En el período analizado, la brecha en la tasa de actividad y empleo entre mujeres y varones fue de 20,8 p.p. y 19,5 p.p., respectivamente.

Las mujeres no solo son expulsadas del mercado de trabajo, sino que además cuando acceden lo hacen en condiciones más precarias. A modo ilustrativo, al cuarto trimestre de 2020, las mujeres registraron mayores tasas de desocupación (11,9%), subocupación (18,0%) y empleo no registrado (32,9%) que los varones, marcando unas brechas de 1,7 p.p., 5,0 p.p. y 0,5 p.p., respectivamente.

Otro aspecto para mencionar sobre el desigual acceso de las mujeres en el mercado de trabajo son los techos y las paredes de cristal que generan las construcciones sociales de género.

Las paredes de cristal concentran a las mujeres en actividades menos dinámicas y peor remuneradas, en su mayoría vinculadas al cuidado. Durante el cuarto trimestre de 2020, más de la mitad de las mujeres asalariadas (52,7%) que ingresaron al mercado laboral se dedicaron a actividades relacionadas al cuidado (servicio doméstico remunerado, educación y servicios sociales y de salud). Esto es el resultado de la asociación de las mujeres a los trabajos del cuidado a partir de la naturalización de su rol maternal, fenómeno que continúa siendo una fuerte limitante para el desarrollo profesional de las mujeres. Estas actividades muestran altas tasas de feminización, en todos los casos superando el 70%, pero bajos niveles de actividad. 

En tanto el techo de cristal impide el ascenso de las mujeres a puestos jerárquicos o de decisión, solo por razones de género. durante el cuarto trimestre de 2020, el 6,9% de los varones empleados ejercieron cargos de dirección o jefes, mientras que este porcentaje fue solo del 4,6% en las mujeres. Esto sucede incluso a pesar de que las mujeres están más calificadas profesionalmente para ocupar estos cargos. En igual período, el 33,8% de las mujeres tenía una educación universitaria o superior, mientras que solo el 18,0% de los varones ocupados alcanzó este nivel. Además, considerando estos puestos jerárquicos, las mujeres percibieron ingresos que en promedio fueron 20,6% menores al de los varones.
Las desigualdades expuestas en el mundo laboral son causa directa de la desigualdad de ingresos y menores posibilidades económicas de las mujeres respecto de los varones. Durante el cuarto trimestre de 2020, las mujeres recibieron ingresos que en promedio fueron 31% menores respecto a lo que percibieron los varones. En el mercado de trabajo, la brecha de ingresos fue del 28%, alcanzando el 70% cuando se trata de trabajos no registrados.

Si bien estas brechas de ingresos son estructurales, es importante mencionar que las mismas se vieron acrecentadas por el efecto de la pandemia que incrementó el tiempo de trabajo no remunerado en hogar, limitando las jornadas de las mujeres en el mercado laboral, y retrajo los empleos no registrados como el servicio doméstico que representa la principal actividad que realizan las mujeres en el mercado de trabajo.

A pesar de que las mujeres se han incorporado de manera progresiva al mercado laboral, las tareas del cuidado siguen recayendo sobre ellas debido a que los servicios públicos y los varones, no asumen responsabilidades en la provisión de cuidados. Esto genera una pobreza de tiempo que resulta en lo que se denomina “feminización de la pobreza”, un fenómeno histórico y estructural en Argentina.

El informe de distribución del ingreso del INDEC del cuarto trimestre de 2020 muestra que el 10% de la población con menores ingresos del país (decil 1) está conformado mayoritariamente por mujeres, siendo ellas 7 de cada 10 personas Esta condición se revierte en las personas más ricas (decil 10), donde 7 de cada 10 son varones.

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