Lorena Székely, una actriz que deja el Alma en el escenario

Integra el grupo de teatro Sin Guardia.

Tarde o temprano nuestro sacrificio tiene su recompensa. De alguna manera -cada uno, en lo que hacemos- decidimos, en algún momento, sembrar una ilusión; y a pesar de las inclemencias del tiempo, en esta vida tan agitada, esperamos algún día obtener una «buena cosecha».

Lo importante es no claudicar ante las crisis y mantenerse firme, sin alejar la mirada de nuestro sueño. Aunque claro, el camino es difícil y a veces no alcanza con poner el cuerpo.

Palabras más o menos, eso es lo que siente Lorena Székely desde aquel mágico día en su vida en que quiso ser actriz.

«Cuando yo era chiquitita, empecé estudiando danza clásica y quería ser bailarina. Pero tenía –tengo- unos huesitos sobresalidos en los hombros y era como un impedimento estético. La verdad es que tenía cualidades, pero la profesora que me preparaba para entrar al [Teatro] Colón, me martirizaba con la postura y me decía que tenía que llevar bolsas con peso para bajar los hombros, así que en un momento me rayé. Por suerte, pienso hoy, así que a los 11 o 12 años dije basta con la danza», recordó Székely, sobre los primeros años de su infancia en los que intentaba definir su vocación artística.

La frustración de la joven duró poco, ya que a los 15 años, empezó a incursionar en el teatro. «Por entonces vivía en Wilde, y arranqué a estudiar con un profesor de Bellas Artes de Quilmes, Pedro Costa, que hoy es un gran amigo mío. Allí hice mi primera obra, una obra que era de su autoría, El emperador de la China, donde hice un papel que hasta entonces hacía él. Fue algo muy loco, pero desde entonces dije: quiero hacer teatro», rememoró la actriz.

Con la idea de desarrollar la actuación de manera profesional, ni bien terminó la secundaria, Lorena se inscribió en el Conservatorio Nacional de Arte Dramático -en la actualidad Instituto Universitario Nacional del Arte (IUNA)-.

La integrante del grupo de teatro Sin Guardia comentó que por esos años «el ingreso era re difícil, porque entraba muy poca gente. Había una rigurosa selección, te hacían improvisar y había evaluaciones corporales y vocales.

Fue todo un tema, porque eran mis primeros viajes a Capital. Pero entré y estaba feliz de la vida», sostuvo Lorena, que nació en el Sanatorio Güemes, y vivió en Piñeiro, Quilmes y Wilde, para asentarse definitivamente en el porteño barrio de Barracas.

Para Székely «fue algo hermoso. Me encantó estudiar en el Conservatorio. Durante esa época yo era como una esponja. Si bien había tenido esa pequeña experiencia previa, ahí yo me sentía en Fama», dijo entre risas, evocando aquella serie estadounidense de los 80.

Promediando la carrera, Lorena tuvo una propuesta de trabajo de parte de su primer maestro que al principio la sorprendió, pero luego le abrió las puertas a su labor como docente.

«Mientras estaba estudiando, Pedro nos preguntó a mi marido -Pablo Mariuzzi, también actor- y a mí, si no queríamos dar clases, porque no podía continuar con un grupo.

A nosotros nos pareció una locura, pero él insistió en que podíamos hacerlo y que debíamos hacernos cargo. Y así fue como empecé con la docencia. Obviamente, al principio, sin cobrar, porque era como un aprendizaje», aclaró la discípula, que no tardó en tomar la posta.

«Entonces arrancamos dando un taller en la biblioteca Mariano Moreno de Bernal, para el grupo que nos dejó él (su maestro), y nos encantó. Al año siguiente, nos pusimos un taller propio en Don Bosco, El Jinete Amarillo, que sigue funcionando, pero con otros profes», prosiguió orgullosa Székely.

«Ahí se empezó a mezclar mi estudio con el dar clases. A mí me sirve muchísimo dar clases, porque siento que me ayuda para actuar, porque estoy en continua observación lo puedo usar para canalizar en lo que yo hago. Veo a los otros y marco cosas que después las puedo aplicar cuando actúo», agregó.

Alma máter
Una vez egresada del Conservatorio Lorena Székely continuó dando clases de teatro y en el ínterin estudió Títeres en el Instituto Municipal de Educación por el Arte de Avellaneda, experiencia que también recuerda con mucho cariño.

En paralelo, comenzó a dar sus primeros pasos como profesional de la actuación.
«Al principio cuesta adaptarse a salir de lo que es la escuela, donde te podés equivocar, donde tenés tiempo y podés interpretar los papeles que vos querés.

Termina el conservatorio y te dicen: no, vos no das con el papel. Estamos buscando una chica alta o rubia. Es duro, pero con el tiempo uno entiende que es así», reflexionó la entrevistada, confirmando que, en general, son pocos los directores que rompen con algunos esquemas y se salen de los estereotipos de los personajes.
«Hay que entender las reglas y eso lleva un tiempo», continuó relatando la actriz. «En realidad, creo que este camino es una persistencia total. Resistir, perseverar.

En mi caso, soy docente para poder sostener lo que me gusta y lo que quiero que es el teatro independiente. En el camino uno tiene crisis. Pienso que las cosas son como son y uno va encontrando el camino que puede, que quiere y que va eligiendo», reconoció con sinceridad.

Su sabias elecciones la acercaron en 2009 al grupo Sin Guardia, que en el mes de setiembre de 2012 estrenó «Alma», una obra que cuenta la historia de una joven que viene del interior y de golpe termina presa de la prostitución.

«Alma» está inspirada en la obra de Bertolt Brecht «El alma buena de Szechwan» y confluyen también en ella un cuento de García Márquez y la película inglesa «La profesión de Irina Palm».

«Siento que Alma es el resultado de todo esto que te fui contando. Primero, es un trabajo de mucha investigación, del que estoy muy contenta de hacer por lo que cuenta y por cómo lo contamos; y por formar parte de este grupo, donde trabajamos de una manera hermosa, cálida, sin histeria y donde charlamos e intercambiamos opiniones», aseguró Lorena, la única mujer de Sin Guardia, grupo que se completa con: Armando Saire y Leonardo Odierna en la Dirección, Néstor Navarría, en la Asistencia de Dirección y Pablo Mariuzzi en la Producción Ejecutiva.

«De manera accidentada termino haciendo un unipersonal, porque íbamos a hacer una obra con más gente, pero se fue bajando uno, otro y quedé sola» (Risas).

Para la protagonista «es un desafío importante estar sola. Pero siento que esa perseverancia y todo mi trabajo hicieron que entrara en este grupo tan lindo y pudiera estar en esta obra que me da muchas satisfacciones personales, como actriz y por las repercusiones que está teniendo en el público.

Porque la obra despierta algo en la gente. Siento que pasa algo especial. Los espectadores quedan movilizados y creo que tiene que ver el tema. Creo que estoy haciendo algo que me gusta, que me llena y estoy muy contenta», expresó sonriente.
«Al público lo vamos zamarreando, pero en las devoluciones que vamos teniendo, nos dicen que no hay golpe bajo, porque está contado de una manera que se soporta», destacó la entrevistada.

«Él me dice que estoy obsesionada con la obra», rezonga en broma Lorena, mientras mira de reojo a su marido Pablo. «Pero como venimos caminando el mismo camino, cada uno sabe lo que es importante para el otro y nos vamos acompañando».

Y su compañero le dedica unas palabras, casi al final de esta nota:

¿Qué significa para vos producir esta obra?
Significa en principio trabajar con Lorena. Hace mucho que no trabajábamos juntos. Es algo muy lindo porque es un proyecto muy personal de ella y muy importante para Sin Guardia, porque profundiza un compromiso que tiene el grupo en cuanto a contar historias que tienen alguna relevancia desde lo social.

Trabajar de actor es muchas cosas. A veces trabajás solo por el dinero, y a veces estás haciendo cosas que no te representan demasiado. Pero trabajar en un sentido que tiene que ver con llenarlo de significación, de pensar en qué es lo que uno quiere contar, transmitir, dar a conocer o revelar, como es en el caso de Alma, está buenísimo.

¿Qué me podés decir de Lorena como actriz y compañera de vida?
¿Qué te puedo decir? Ella se merece todo lo que le está pasando y más, porque hace muchos años que viene trabajando y que la viene remando. Y esta obra es la síntesis de todo su trabajo.
Las frases de Pablo Mariuzzi sintetizan, a su vez, el camino recorrido por Lorena Székely, una mujer que nunca baja la guardia y que pone siempre el cuerpo, pero por sobre todas las cosas, una actriz que deja el alma en el escenario.
Para más información, visitá http://www.almaunipersonal.blogspot.com.ar/

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