La diócesis de Avellaneda-Lanús tiene un nuevo sacerdote
El seminarista Luciano Biuso fue ordenado en la catedral local por el obispo diocesano, monseñor Marcelo Margni, quien le pidió “vivir y anunciar la alegría del Evangelio”.
El seminarista Luciano Josué Biuso fue ordenado sacerdote para la diócesis de Avellaneda-Lanús por el obispo de la jurisdicción, monseñor Marcelo Margni, en una misa celebrada el 4 de noviembre en la catedral local. Concelebraron la Eucaristía monseñor Rubérn Frassia, obispo emérito de la diócesis, los sacerdotes del clero diocesano y participó un gran número de personas de diversas comunidades parroquiales.
En la homilía, el prelado le recordó al ordenando: “Varias veces hemos pensado este momento y, en reiteradas oportunidades, me insististe con la idea de que no lo pensáramos como un acto individual sino como una celebración diocesana, en la que la Iglesia en fiesta da a luz un nuevo pastor. Por eso te acompaña el pueblo santo de Dios, que ha sido constituido como sacerdocio real por su incorporación a Cristo”.
“De modo especial en este momento, el mismo Jesucristo, nuestro gran Sacerdote, afirma tu elección como discípulo para que, a partir de ahora, ejerzas públicamente y en su nombre el ministerio sacerdotal en la Iglesia, al servicio de la humanidad”, continuó.
Y agregó: “Sos parte de este pueblo sacerdotal y, en nombre de Cristo, ejercerás su cuidado. Como presbítero, por tu parte, serás constituido cooperador de los obispos con los cuales, unidos en un mismo ministerio sacerdotal, somos llamados para servir al pueblo de Dios”.
Además, manifestó: “Al asemejarte a Cristo, Sumo y Eterno Sacerdote, y al unirte al sacerdocio de los obispos, quedarás consagrado como auténtico sacerdote de la nueva alianza, para anunciar el Evangelio, apacentar al pueblo de Dios y celebrar el culto divino, especialmente en el sacrificio del Señor”.
Monseñor Margni le pidió al nuevo sacerdote que anuncie “a todos los hombres la palabra de Dios que vos mismo recibiste con alegría. Meditá la ley del Señor, creé lo que leés, enseñá lo que creés y practicá lo que enseñás. Que tu doctrina sea un alimento sustancioso para el pueblo de Dios; que la fragancia espiritual de tu vida sea motivo de alegría para todos los cristianos, a fin de que con la palabra y el ejemplo construyas ese edificio viviente que es la Iglesia de Dios”.
En tanto, aseguró: “Te corresponderá también la función de santificar en el nombre de Cristo. Por tu ministerio, el sacrificio espiritual de los fieles alcanzará su perfección al unirse al sacrificio del Señor, que por tus manos se ofrecerá incruentamente sobre el altar, en la celebración de la Eucaristía”.
Además, subrayó: “Tené conciencia de lo que haces e imitá lo que conmemorás. Por tanto, al celebrar el misterio de la muerte y la resurrección del Señor, procurá también morir al pecado y vivir una vida realmente nueva. Al introducir a los hombres en el pueblo de Dios por el bautismo, al perdonar los pecados en nombre de Cristo y de la Iglesia por el sacramento de la penitencia, al confortar a los enfermos con la santa unción, y en todas las celebraciones litúrgicas, así como también al ofrecer durante el día la alabanza, la acción de gracias y la súplica por el pueblo de Dios y por el mundo entero, recordá que has sido elegido de entre los hombres y puesto al servicio de los hombres en las cosas que se refieren a Dios”.
“Permanecé unido y obediente al obispo. Procurá congregar a los fieles en una sola familia, animada por el Espíritu Santo, conduciéndola a Dios por medio de Cristo. Tené siempre presente el ejemplo del Buen Pastor, que no vino a ser servido sino a servir, y a buscar y salvar lo que estaba perdido”, enfatizó.
Finalmente, el diocesano expresó: “Querido Luciano, quiero invitarte a ser una Iglesia en salida, que vive y anuncia la alegría del Evangelio, que se pone en camino para que el anuncio de la Buena Noticia llegue a todos; a ser una Iglesia pobre en medio del pueblo pobre, que encarna en su vida, en su predicación y en sus prácticas la predilección de Jesús por los últimos de la historia; y una Iglesia de la misericordia, que se reconoce llamada a ser ‘hospital de campaña’”.