| Algunos de los números más ilustrativos de la profundidad del problema del sector externo tienen que ver con un déficit de cuenta corriente, consolidado de más de U$S 28.000 millones en 2018, lo que representó un aumento de 58,9% en relación a 2015.
Cuando se considera el desbalance de cuenta corriente en relación al tamaño de la economía, la coyuntura es aún más acuciante: el año pasado el déficit creció en 0,1 puntos del PBI, a pesar de la cuantiosa devaluación de nuestra moneda.
“Las cuentas externas de la economía argentina transitan por años de vulnerabilidad extrema, que hicieron eclosión el año pasado con una crisis tradicional en la balanza de pagos. El agotamiento del ‘sector externo’ del actual modelo encuentra origen en la apreciación cambiaria espuria que se gestó durante 2017, en el marco del interés del gobierno de propiciar un ‘efecto veranito’, en los albores de la elección de medio término. Así, la acumulación de desequilibrios externos, producto de una inflación creciente y un crecimiento famélico, fue determinante de la profunda crisis financiera del año pasado”, apunta el documento universitario.
Y remarca: que “el costo de la recesión fue amplio y difundido y, del canal financiero, rápidamente se contagió a la economía real, con secuelas sobre el empleo y la distribución del ingreso”. |