La comunidad diocesana despidió a Monseñor Rubén Frassia en la fiesta patronal

Emotiva misa en la catedral Nuestra Señora de la Asunción y caravana de autos con la imagen de la Virgen seguida por el prelado saludando a los fieles a su paso. Destacan sus cualidades de “pastor”.

La comunidad diocesana despidió a monseñor Rubén Oscar Frassia, a quien el papa Francisco le aceptó la renuncia el pasado 7 de agosto. Fue en el marco de la solemnidad de la Asunción de María, patrona de la diócesis de Avellaneda-Lanús.

La fiesta patronal llevó por lema “Nuestra Señora de la Asunción, Madre de la esperanza, ruega por nosotros”, y tuvo características especiales a raíz del aislamiento preventivo por el coronavirus.

 

La celebración mariana comenzó en la catedral a las 9 con el repique de las campanas. A las 12 se realizó el tradicional saludo a la Virgen,y a las 15 comenzó la procesión por las calles del centro de Avellaneda, que este año debió realizarse con una caravana de automóviles.

La caravana fue presidida por la imagen de la Virgen, trasladada en una camioneta, seguida por otra, en la que llevaba en la parte posterior a monseñor Frassia y al administrador diocesano, monseñor Rubén Oscar López, quienes desde allí saludaron a los fieles que los esperaban durante el trayecto.

Concelebraron la misa monseñor Fernando Maletti, obispo de Merlo-Moreno,  monseñor Juan Carlos Romanín, obispo emérito de Río Gallegos; el administrador diocesano y los presbíteros Jorge Bazán, vicario general, y Raúl Rancatti, párroco de la catedral, además de los sacerdotes miembros del Colegio de Consultores de la diócesis.

Estuvieron presentes, Alejandra Mesa, en representación del Municipio de Avellaneda y Néstor Grindetti, intendente de Lanús.

 

La Madre quiere a sus hijos unidos
En la homilía, monseñor Frassia recordo que “la Asunción es patrona de esta querida diócesis, Avellaneda Lanús”, y profundizó: “La Madre quiere que sus hijos estén unidos, que se traten como hermanos, que se respeten, que tengan diferencias, que sean distintos, pero que se cuiden, se respeten y que se amen”.

“La Virgen nos dice ‘hijos cuídense, respétense, valórense, ámense’. Es cierto que en este tiempo tan difícil que estamos viviendo todos –con esta terrible enfermedad, tan artera, que viene por cualquier parte– realmente debemos cuidarnos”, sostuvo.

“Ustedes no pudieron participar y venir a ver a la Virgen de cerca, pero Ella salió a visitarlos a ustedes y en estos límites de cuadras que fue pasando por las calles de la ciudad, la Virgen fue bendiciéndolos: ‘¡ánimo, no tengan miedo, no se desalienten, no se quebranten, no se angustien, no pierdan la paz, tengan confianza!’ Hoy, la Virgen le dice a nuestra diócesis lo mismo: ‘¡ánimo, tengan confianza, no pierdan la paz y sigan adelante!'”, exclamó.

Tras hacer un balance de sus 19 años en la diócesis, reveló: “Queridos fieles -algunos lo saben otros no- que hace algunos años vengo hablando con el cardenal (Mario) Poli: a los 75 años, vuelvo a Buenos Aires -lugar de mis raíces, mi familia, mi fe, la parroquia- y allí voy a ser, si Dios quiere, capellán segundo de un hospital que informaré más adelante. Luego iré a una parroquia para que, dos veces por semana, pueda confesar y hacer dirección espiritual”.

“Queridos hermanos, gracias por todo; rezaré por ustedes. Les pido disculpas y perdón si he hecho omisiones frente a ustedes en mi labor episcopal. Sigamos creciendo y amando a la Iglesia, porque cuando uno ama a la  Iglesia está amando a Dios; y cuando uno ama a Dios está amando a nuestros hermanos. La presencia y el reconocimiento de Dios en las familias es algo muy importante, no es una segunda mano, no es una concesión así nomás ¡es vital! Porque cuando uno reconoce a Dios se encuentra a sí mismo y encontrándose a sí mismo encuentra a los demás. Que Nuestra Señora de la Asunción los bendiga a todos, los cuide a todos y nos ayude a seguir haciendo lo que Jesús nos pide y lo que Él pide lo da, y porque lo pide lo da, está muy bien”, se despidió.

» Texto completo de la homilía

Destacan su condición de “pastor”
Las palabras de despedida a monseñor Frassia estuvieron a cargo del presbítero Gabriel Favero, quien expresó que querían dar gracias a Dios “porque en su Providencia nos hizo encontrarnos y caminar juntos” y también por confiarle a esta comunidad:

  • un pastor cercano y afable con los sacerdotes, especialmente a los jóvenes, a los mayores, a los que sufren, a los enfermos;
  • un pastor que acompañó a los diáconos permanentes y sus familias;
  • un pastor dedicado y ocupado de la formación de los futuros sacerdotes, de sus formadores y de las casas de formación;
  • un pastor que se caminó toda la diócesis, cada parroquia, cada capilla, por no perderse una fiesta patronal, por visitar cada rincón de los más lejanos; las instituciones barriales, las escuelas.
  • un pastor fraterno y solidario con los miembros de las comunidades religiosas;
  • un pastor que acompañó los esfuerzos de nuestros catequistas y agentes de pastoral, que presidió cordialmente los encuentros con tantos hermanos niños, jóvenes y adultos, cuando hubo de celebrar momentos de alegría o de dolor;
  • un pastor atento a la pastoral juvenil y vocacional; cercano a los movimientos e instituciones;
  • un pastor que en cada visita pastoral dialogaba con docentes y estudiantes en escuelas o colegios públicos o privados;
  • un pastor que ejerció con sencillez la caridad para con los necesitados, con los enfermos, de cerca y de lejos,
  • un pastor que no se cansó de anunciar a tiempo y a destiempo la Buena Noticia, con su palabra sabia, con buen humor, con sencillez.

El sacerdote también le pidió a monseñor Frassia que rece para que esta diócesis “tenga pronto, lo más pronto posible, un nuevo pastor según el corazón de Dios, lleno del Espíritu Santo y de la alegría del Evangelio”.

“Lo encomendamos a la Virgen María, esperanza y consuelo nuestro. Que ella sea la estrella que guíe este nuevo tiempo que le toca y nos toca vivir”, manifestó.

“Le pedimos a Santa Teresa que en esta etapa que se abre en su vida encuentre en Cristo su “compañía”, que no esté “sin tan buen amigo al lado”, mirándolo a Él, con una mirada de fe, con una mirada contemplativa, que sea una mirada llena de amor… una mirada cargada de admiración por su belleza y su bondad… una mirada agradecida. Hoy Santa Teresa le dice: ‘No te pido más que le mires a Él’”, aseguró.

En nombre de la comunidad diocesana el padre Favero le entregó a monseñor Frassia un ícono con el rostro de Jesús, a fin de que lo ayude, dijo, “a mantener sus ojos fijos en los de Jesús”.

“El Señor lo bendiga con su mirada. Muchas gracias”, concluyó.

» Texto completo de las palabras del Pbro. Gabriel Favero

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