La ciudad que no miramos: Barrio Güemes

Extracto del Taller de Historia del Barrio Güemes (2009 y 2010) integrado por Emma Bischoff, Conrado Castellani, Amalia de Denot, Delia de Di Natale, Ariel García, Alejandro Lima, y María Rosa Sarracena y dirigido por la Arq. María Descole por la Secretaría de Cultura, Educación y Promoción de las Artes de la Municipalidad de Avellaneda.

El Barrio Güemes es una urbanización especial compuesta por 23 torres de vivienda denominadas monoblocks correspondientes al llamado Plan VEA (Vivienda Económica Argentina) del Banco Hipotecario Nacional.

Está ubicado en la localidad de Crucecita, entre las calles Güemes, Berisso y Giura, esta última al borde del terraplén del FFCC Roca que une Estación Constitución con la ciudad de La Plata.

En el Siglo XIX estas tierras formaban parte de la quinta de Felipe Piñeiro que se extendía como una lonja desde el Riachuelo hasta la calle Oyuela aproximadamente.

El historiador Rudi Varela detalla que al morir Felipe esas tierras se subdividieron entre sus herederos, pasando a su hermana Josefa un sector que comprendía las actuales tierras que hoy ocupa el Barrio Güemes. A su vez uno de estos sectores pasó a una hija de Josefa que contrajo matrimonio con don Domingo Casalins e hizo construir una casona que se encontraba en las tierras del actual barrio. La misma fue lugar de reuniones de recordación de tradiciones gauchescas típicas en Avellaneda a principios del Siglo XX. Se tejió una leyenda acerca de esta casa cuando quedó abandonada. La leyenda dice que fue la casa de Ciriaco Cuitiño, a cargo de la Mazorca durante el Gobierno de Juan Manuel de Rosas. Pero Varela ha comentado que la casona fue construida después de la muerte de Cuitiño.
Las obras del Barrio Güemes se iniciaron entre 1963 y 1964. El proyecto surgió del Banco Hipotecario Nacional, que facilitaba el acceso a la vivienda a través del crédito a largo plazo. La idea del barrio de torres sobre espaciosos jardines y algunos detalles del prototipo utilizado responden a las postulaciones del Movimiento Moderno, más precisamente a las ideas de Le Corbusier sobre la solución a la vivienda popular. Una de estas ideas es la ausencia de construcción en planta baja, dejando sólo las columnas – que Le Corbusier llamaba «pilotis»-. Así, el que recorre a pie los jardines, no encuentra obstáculos en su campo visual, abarcando la totalidad de los espacios verdes.

Cada torre es la repetición de un prototipo o modelo de monoblock que se puede apreciar en otros lugares de la región metropolitana, como Florida o Belgrano, y de la República, como la ciudad de Salta, cerca de la estación de micros. La textura de sus muros de colores suaves y diversos contrasta con los entramados de hormigón prefabricado o de ladrillo de las áreas de servicio, dando personalidad a las torres.

Desde la llegada de los primeros habitantes, verdaderos pioneros en una isla urbana, el barrio se ha ido integrando por el crecimiento de la urbanización, las obras de desagües y nuevas piezas urbanas como la Universidad de Buenos Aires, el Alto Avellaneda, el Museo Ferroviario y una serie de parques comunales que lo convierten, junto a sus hermosos jardines, en un lugar privilegiado de la ciudad.

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