Justo Lynch: actor, cantante, poeta, músico y pintor

Escribe Antonio J. González

Nació en la época de la guerra de 1914 en una humilde vivienda de la calle Estanilado Zeballos y Rocha, en Crucesita, pero al poco tiempo su familia se traslada al barrio de Wilde donde crece y comienza a perfilarse su vocación artística, buscando el verdadero perfil humanístico y su definitivo rumbo estético.

Justo Lynch comienza por los caminos de la escena teatral, la música y la canción.

Diferentes escenarios lo vieron actuar, cantar, deshojar poco a poco aquella pasión por la comunicación y la creatividad.

Los caminos se entrecruzan. La madurez le llega con una elección de vida: el desarrollo de sus pinturas, sus óleos, sus paisajes, sin arrinconar ni archivar su guitarra, su voz melodiosa o su imaginación literaria. Pero iba a ser en las artes plásticas donde Justo amainara su búsqueda y se apacentara aquella energía creadora. Comienza a reflejar el paisaje, sus luminosas tardes, el juego de la luz sobre los grises techos del suburbio.

“La pintura es como la música”- dice en un reportaje publicado en este diario. “Los colores son los tonos. Las sombras son los silencios musicales. Hay cuadros que son como óperas”. “No dibujo –explica- hago manchas de luz y de sombra y, paulatinamente, se transforma en un cuadro figurativo, impresionista”.

Y no puede con su genio. Descarga en sus palabras esa fuerza dominante que caracteriza a los creativos, especie humana que no descansa de imaginar mundos posibles, reconstruir la realidad para encontrar sus aristas luminosas y grises. “Todo es energía – define Justo Lynch- El polvo de las estrellas genera energía. Fijate en la copa de esos árboles…” le dice al cronista. Y entonces confirmamos el centro gravitacional de este observador, recreador y estilista que retoma las iluminaciones de su abuelo, célebre marinista, de quien heredó algo más que su propio nombre, y también de su profesor, el pintor Pio Collivadino.

Aquel cantor que debutó interpretando el cancionero folclórico, luego agregó sus propias composiciones, con las que realizó una intensa labor en la radio y la televisión de su época, como artista plástico realizó numerosas exposiciones y participó en salones nacionales. Sus pinturas se mantienen en museos y colecciones privadas. Valorando su trayectoria, en la década del ’80 fue nombrado Ciudadano Ilustre de la Ciudad de Avellaneda por la Municipalidad local.

Hay coherencia y fidelidad estilística en sus obras y desarrolló de ese modo su vínculo con este campo de la expresión artística. Envía ejemplares de su producción a salones, certámenes y muestras colectivas, laboriosamente amasadas en el taller de su casa, en la calle Polonia 194, donde ahora su familia conserva el aire y la atmósfera que Justo le infundiera durante muchos años.

Funciona allí el Centro Cultural que lleva su nombre. Justo Lynch siempre aspiró a que Wilde tuviera un museo pictórico con actividades artísticas donde se expusieran obras relevantes de pintores y artistas de la escena dramática, sobre todo jóvenes. Esta decisión, fue la que hizo que sus hijas, nietos y demás miembros de su familia y amigos, convocaran a trabajadores del arte para conformar la creación de aquel centro cultural que hoy se mantiene con un amplio abanico de expresiones artísticas, fiel al espíritu y al mensaje estético multidisciplinario de Justo.

ajgpaloma@hotmail.com

noticias relacionadas