Juego compulsivo: ¿quién tiene la culpa?

Informe de la Lic. en Psicología Norma G. Yegro, Coordinadora Centro Avellaneda del Programa de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo perteneciente a la Provincia de Buenos Aires.

Quién es o a quién hacemos responsable que alguien no pueda poner un freno a su compulsión al juego?. Que aún viendo como paso a paso se deterioran sus vínculos afectivos, laborales y sociales continúe siendo ir a jugar lo más importante?.

En algún momento de los tratamientos ya sea en el inicio o en el transcurso del mismo; desde el paciento o desde algún familiar; como pregunta o como afirmación aparece la “necesidad” de encontrar algún responsable. Algunos hacen referencia a la sociedad que en tanto consumista incentiva a las personas a comprar más con la consecuente necesidad de tener una mayor capacidad económica que lo permita. Otros apuntan a la cantidad de salas de juego pensando que es ello lo que da origen a tal adicción. Es común escuchar decir que “este vicio sólo se erradica con voluntad” o “no le importamos, no piensa en sus hijos …” con lo cual diríamos que el culpable es el paciente mismo. Así podríamos seguir enumerando.

Es justamente allí donde se refugian, en donde la causalidad me excede yo aquí poco puedo hacer. Es en este punto donde resulta imprescindible favorecer el advenimiento del sujeto, persona ésta que además se encuentra inmersa en lo social, lo cual influye pero no da cuenta de la problemática. Y además desde la familia situar al jugador como “el culpable” y “falto de voluntad para dejar el vicio” les evita revisar los vínculos e involucrarse como partícipe y no como observador.

Poner la culpa en el exterior como en el paciente mismo produce paralización del cambio. Si el culpable está fuera no es mi problema, esto deja al sujeto en posición de víctima de un sistema, quejoso del mismo e impotente.

Si el culpable es el jugador, la misma vuelve como autoreproche y teniendo en cuenta que la patología del juego compulsivo es autodestructiva, se produce la retroalimentación de la misma.

Es allí donde el hacer del profesional debe dar lugar a la pregunta, la pregunta que convoque al sujeto (tanto paciente como su familia), que permita la apertura y no el cierre. Apertura que permita al sujeto mirarse, conectarse con si mismo y a partir del encuentro con aquello que molesta, duele o simplemente no se tolera ubicar lo fallido del juego como modo de resolución del conflicto. Solución que se ubica del lado de la fantasía, de lo efímero, de lo inmediato, sin arraigo en la realidad.

Es allí donde el otro, ya fuere el terapeuta individual, el coordinador grupal, el psiquiatra o tal vez un compañero de grupo propiciarán que esta persona, cuyo motivo de consulta dice “jugador compulsivo”, esta persona con su historia, inmerso en una sociedad, con una problemática donde predomina el descontrol, un descontrol que le es propio y se interrelaciona con su pasado, presente, y tal vez falta de visión de futuro pueda comenzar a desculpabilizar y desculpabilizarse para responsabilizarse y ser protagonista de su historia.

Lic. Norma G. Yegro
Psicóloga

Coordinadora Centro Avellaneda -Avenida Belgrano 4775- Programa de Prevención y Asistencia al Juego Compulsivo perteneciente a la Provincia de Buenos Aires en convenio entre El Ministerio de Salud de la Provincia de Buenos y el
Instituto Provincial del Lotería y Casinos de la Provincia de Buenos Aires.

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