Jessica Ruidiaz: La posibilidad de transformar el dolor en amor

Es fundadora de la ONG “Era en abril”, organización que ofrece un grupo de ayuda mutua para padres que perdieron a sus bebés en el embarazo, en el parto o después de nacer. La joven avellanedense la inició, tiempo después de vivir en carne propia la pérdida de su primer hija, Sofía Bossi, de tan solo dos meses de vida.

Era en Abril es una organización sin fines de lucro que ofrece un grupo de ayuda mutua para padres que perdieron a sus bebés en el embarazo, en el parto o después de nacer. El grupo fue fundado por la joven avellanedense Jessica Ruidiaz, tiempo después de vivir en carne propia la pérdida de su primer hija, Sofía Bossi, de tan solo dos meses de vida.

El amor por su beba y las ganas de ayudar a otras tantas mamás que atravesaron el mismo sufrimiento le permitieron reaccionar a tiempo. Es realmente admirable su fortaleza anímica, porque al recibir nuevos testimonios similares al de su historia personal Jessica revive, en parte, su experiencia.
“Todo lo que yo pasé me hizo sentir lo que sienten las mamás. Cuando hablo con una mamá que acaba de perder a su bebé trato de centrarme en cómo poder ayudarla. Porque si no me deprimiría, no podría hacer nada”, reconoce Jessica, chaqueña, de 31 años, residente en Avellaneda desde 1987.

Ruidiaz fundó Era en Abril el 20 de Abril de 2007 en nuestra ciudad y actualmente su organización cuenta con más de mil usuarios registrados en todo el mundo y grupos de ayuda locales en varios países de Latinoamérica y España.

Esta fundación posee tres pilares fundamentales de acción: el apoyo mutuo, el apoyo profesional y la concientización de la sociedad ante la pérdida.

El 28 de Noviembre de 2010, se llevó a cabo en el Planetario de Buenos Aires el Segundo Encuentro del grupo, coronado por una suelta de globos, en homenaje a todos los hijos que partieron “antes de tiempo”. En simultáneo, los globos argentinos se fundieron con los chilenos, bolivianos, venezolanos, mexicanos, españoles y de tantos otros países, en un solidario y fraternal abrazo de esperanza, en el cielo de todos.

“No me esperaba tanta repercusión. En realidad, estamos tratando de crecer más organizadamente. Por ejemplo en México estamos en once estados. Y el grupo se expandió gracias a Internet”, contó feliz, la fundadora de Era en Abril.

“El último mes fue empezar a hablar con las mamás que veía que estaban más sólidas, que estaban mejor emocionalmente y que estaban con muchas ganas de ayudar. Me decían: yo también la quiero organizar en mi país. Pero es difícil organizarse con alguien que está a miles de kilómetros. Cuando me empezaron a llegar las fotos de otros países, no lo podía creer”, recordó, con una gran sonrisa.

Sobre cómo surgió esta idea de crear una fundación, Jessica contó que a solo tres meses de haber perdido a su hija, en 2006, le ofrecieron publicar un libro. “Pero yo estaba completamente perdida en el espacio, no sabía dónde estaba parada. Dije: Bueno, lo hago. Era eso o estar en casa, tirada en la cama, llorando”, admitió Ruidiaz, quien a los 14 años comenzó a escribir poesías.

“Una vez escribí algo con motivo de una plantación de árboles que hicimos acá en Avellaneda, en honor a nuestros hijos, en el Grupo Renacer. Y cuando leí eso que había escrito en el acto, en un momento levanté la mirada y vi la reacción de los padres. Después se acercaron para decirme que había expresado exactamente lo que ellos sentían. Entonces eso fue como un clic. Pero yo todavía estaba en un proceso con la parte más fuerte del duelo y todavía había muchas cosas que no entendía, y por el momento no me sentía preparada para hacer algo más”.

Jessica transitó su duelo y poco a poco afloraron en ella las ganas de ayudar a otras mamás que vivieron lo mismo. Al principio, reconoció que “no tenía demasiadas herramientas”. Ruidiaz investigaba, comentaba en foros, y se daba cuenta que era necesario hacer algo por ella y por los demás, porque el tema sigue siendo tabú en la sociedad. “Ahora estoy estudiando consultoría psicológica”, mencionó con orgullo la mamá de Sofi y Vicky.

A la hora de empatizar con otras mamás y compartir su propia experiencia, Jessica comentó que trata de siempre de transmitir lo que siente cuando ayuda. “Por suerte hay muchas madres que lo captaron. Es un mensaje de solidaridad, de ayuda, de sobreponerse al dolor de uno y dejar de mirarse el ombligo; y empezar a ver que el otro también sufre y que hay cosas que podemos hacer por él. Para ayudarlo y para ayudarnos”, destacó.

Que el dolor de haberte perdido no me quite la alegría de haberte tenido

A los 14 días de vida, tras hacerle una ecografía abdominal, para el control de un angioma de nacimiento que Sofía tenía en su espalda, el ecografista se encontró con un hallazgo: líquido en la pleura -la membrana que recubre los pulmones-, aunque la neonatóloga de guardia desestimó el cuadro.

Al día siguiente Jessica notó que su beba estaba rara, como débil y la llevó de urgencia al ver que se había desvanecido. Luego de reanimarla, los médicos le dijeron que posiblemente se había ahogado con la leche, cosa que según Ruidiaz no podía ser, “porque después de tomar la teta, había estado despierta un buen rato y luego se había dormido”.

Pero el médico que la reanimó mandó a analizar ese líquido y ahí se confirmó el diagnóstico de un extraño síndrome denominado quilotorax (acumulación de linfa en la cavidad pleural) bilateral espontáneo. Desde entonces los médicos comenzaron un tratamiento indicado para este tipo de casos: nutrición parenteral y drenajes periódicos de sus pulmones y la administración de una hormona llamada somatostatina.

Sofi luchó durante 45 días en terapia hasta que su indefenso cuerpito dijo basta. “No podía tocarla mucho, no podía hablarle mucho para que no se diera cuenta de mi presencia y no se angustie. Era algo horrible. Una desesperación no poder alzarla, no poder darle mi calor, era algo muy fuerte. Porque sabés que es un bebé que no puede ni siquiera quejarse… Una vez que iban a aspirarla me agarró el dedo con una fuerza, siendo tan chiquitita, que me dieron ganas de arrancarle todo y llevármela”, recordó, entre lágrimas, la mamá de Sofía y Victoria.

“Después de perder a Sofi, yo veía que la gente no entendía nada. Me decían: Sos joven, podés tener más hijos, recién empezás, tenés toda la vida por delante… Y yo decía sí, recién empiezo. Pero ¡Por qué me tiene que pasar esto a mí! ¿Cómo sigo, ahora?”, les respondía con dolor, bronca y resentimiento Jessica, en ese momento.

Hoy, el presente de Jessica Ruidiaz es distinto. En el cielo habita su ángel, rodeado de mariposas, arcoiris y estrellas de colores. Su labor en el hogar se centra en criar a Victoria, evitando la innecesaria sobreprotección. La acompaña Manuel, esposo, padre y pilar de la familia. “Una persona que me apoya, pero me deja libre”, definió su compañera.

“El tiempo que le dedico al grupo, es el tiempo que le hubiese dedicado a Sofía. Cuando nacen los hijos te cambia la vida. Ya no tenés tiempo para vos. Uno vive para ellos. No tenemos que quedarnos hundidos en la depresión ni pasarnos llorando todo el día. Podemos transformar todo ese dolor en amor, pero para eso es necesario que esto que se da naturalmente se pueda elaborar”, concluyó.

Para más información, no deje de visitar www.eraenabril.org

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