Incertidumbre… (primer viaje): un cuadro de nuestro “olvidado” pasado reciente

Crítica de Mariela Rigano, docente e investigadora, sobre la obra “Incertidumbre… (primer viaje)”, dirigida por Claudio Depirro sobre la dramaturgia de Silvia Fortunato y actuada por Depirro y Fortunato.

Reza una frase muy conocida que aquello que no deseamos recordar estamos condenados a repetirlo. En los últimos tiempos me ha tocado estar, por diferentes circunstancias, en eventos colectivos donde la pandemia y sus vivencias recientes han sido puestas en debate y reflexión. Por un lado y muy tempranamente en 2022, en un conversatorio sobre artes escénicas y federalismo, pensados desde el feminismo y las conectividades, en una mesa organizada por la Universidad Nacional del Sur (Departamento de Humanidades) y la Universidad Nacional de Cuyo (Instituto de Estudios de Género y Mujeres) se planteaba la necesidad de recuperar las vivencias y aprendizajes realizados en pandemia en función de sostener las redes laborales y creativas que se habían forjado en los tiempos en que los y las artistas estábamos obligados y obligadas al confinamiento.

 

Se denunciaba en esa oportunidad los peligros que se advertían, tanto en lo social como en lo político, en la tendencia a retomar nuestras vidas cotidianas fingiendo que la pandemia no había ocurrido o actuar y seguir adelante obviando la incertidumbre que la pandemia nos había ocasionado y la no elaboración de las respuestas precarias que en esos momentos habíamos logrado elaborar a preguntas cotidianas, pero no por ello menos profundas. Por otro lado, hace muy poco, en mayo de 2024, en las Jornadas organizas por la Asociación Argentina de Investigación y Crítica Teatral (A.I.N.C.R.I.T) tuve la oportunidad de coordinar una mesa sobre crítica y memoria en la que las ponentes reflexionaban sobre el importante número de obras teatrales que apostaban por un formato y unas temáticas inmanentistas, de humor acrítico y donde no se menciona nada relacionado a nuestro pasado reciente ni a temáticas relativas al trabajo con nuestras memorias.

 

En tal sentido, las asombraba que el tema pandemia no apareciera recurrentemente en las obras de teatro actuales, casi como si el tema deseara olvidarse y hubiera una urgencia por lo divertido sin sustancia ni profundidad. Advertían también en esa mesa y lo correlacionaban con los tiempos políticos actuales, los riesgos de vaciar de memoria nuestras prácticas artísticas y culturales. Entre estos dos eventos que comento, tuve la fortuna de participar de diversas fiestas regionales organizadas por el Consejo Provincial de Teatro Independiente (CPTI) de la Provincia de Buenos Aires y, en una de ellas, ser espectadora de Incertidumbre… (primer viaje), obra dirigida por Claudio Depirro sobre la Dramaturgia de Silvia Fortunato y actuada por Depirro y Fortunato.

 

Esta obra, escrita en pandemia, nos presenta en escena pequeñas miniaturas a la manera de los libros ilustrados de la edad media o el renacimiento, tanto en la colorimetría – donde preponderan los tonos marrones, ocres y crudos y la luz agrega tonalidades azules que realzan cada cuadro- como en la forma de componer las microescenas que organizan el cuadro general que representa la obra en el escenario. Al estilo de estas miniaturas, cada pequeña escena se caracteriza por la suavidad y el lirismo de las imágenes y la minuciosidad y preciosismo de los detalles que aportan los objetos realizados por Adriana Sobrero y Alejandro Pepe. Cada una de esas microescenas contiene una historia diferente que conjuga al mismo tiempo elementos cotidianos, hechos pequeños y una increíble profundidad poética y filosófica en su tratamiento en las preguntas que abre para la reflexión.

 

La fragmentación en pequeñas escenas o cuadros nos remite metafóricamente al distanciamiento y al encierro al que nos vimos sometidos como humanidad durante la pandemia y nos aloja en la sensación inquietante de soledad que nos atravesó en ese tiempo. Sin embargo, los saltos de cuadro a cuadro van instalando en los y las espectadores una pregunta común respecto de cuál es nuestro destino como humanidad y cuáles son los aprendizajes que nos habrá dejado la peste y cuyas respuestas son la pintura total de la obra.

 

El recorrido circular que propone la puesta escénica nos instala poéticamente en un tiempo de repetición que la última pandemia estableció como zozobra. La incertidumbre temporal se muestra a través de cuadros que por momentos son tiernos, por momentos se vuelven optimistas y por momentos nos confrontan con el hastío de la falta de esperanza en el cambio, donde los objetos y los gestos adquieren una relevancia central en el juego de repeticiones sutiles. Sin embargo, en esa circularidad temporal irrumpe lo eventual, lo no planificado, lo sorpresivo casi como si poéticamente la obra quisiera instalar la esperanza, pero no como un concepto abstracto, sino la esperanza en la humanidad, porque lo que irrumpe es lo humano.

 

La obra, casi como si se tratase de una pieza artivista, dispara una pregunta al público, “¿Cuál es tu jaula hoy?”, y a partir de la misma lo invita a participar, rompiendo la repetición de ese tiempo aciago y circular. La fatalidad de la repetición se ve interrumpida por la fortuna de la incertidumbre, abriéndose otra temporalidad que nos invita a ser protagonistas y a ser parte, abandonando el aislamiento, rompiendo la distancia.

 

Salir de la jaula o estar enjaulados o enjauladas no se inicia ni se acaba con la pandemia por covid. Transformarnos en hacedores de nuestro destino es un acto rebelde, revolucionario y profundamente humanístico, como la poesía que atraviesa esta obra. Su final obliga, a actores y espectadores, a quebrar la diferencia entre la zona de actuación y la zona de expectación, instalando la pregunta como nexo, como vínculo para construir un puente que nos salve como humanidad. La belleza de las metáforas y las imágenes que componen la obra, en ese momento, trasciende el escenario y transfigura (la) Incertidumbre en un evento colectivo y transformador.

 

Cada uno de los elementos de la obra suma a su construcción poética, por esto mismo, no queremos cerrar esta crítica sin dejar de señalar que la escenografía y vestuario corresponden a Teatro de los Sueños, el diseño gráfico es de Katherine Fretes, la música original de Javier López y la asistencia técnica pertenece a Nazarena Palacio.

 

Mariela Rigano

(Docente e investigadora del Depto. de Humanidades de la Universidad Nacional del Sur en la carrera de Prof y Lic en Letras y en la Diplomatura de Artes escénicas en contextos Educativos (docente y coordinadora) y Coordina el Grupo de Teatro Popular Colectivo y Feminista en el Departamento de Humanidades. Dra. en Letras por la UNS.)

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