Huertas verticales para utilizar residuos orgánicos domiciliarios

El INTA Avellaneda trabaja con vecinos de Quilmes enseñando esta modalidad de producir. Se siembran aromáticas y hortalizas que pueden comercializar a partir de generar tierra en aboneras.

El poeta Roberto Juarroz es autor de Poesía Vertical. De allí se desprende estos versos: “Si conociéramos el punto / donde algo va a fundirse con algo, / donde el desierto se encontrará con la lluvia, /donde el abrazo se tocará con la vida (…)”. Este punto es, tal vez, la semilla que forma la huerta. Esa que Alejandro Taladriz del INTA Avellaneda les enseña a cultivar en forma vertical a los vecinos de Villa Itatí, Quilmes, con la utilización de residuos orgánicos domiciliarios.

“La intención es generar aboneras para la obtener tierra a partir de los residuos orgánicos domiciliarios multiplicación de plantas aromáticas y plantines de hortalizas para poder comercializarlas”, resume Taladriz.

Esta tecnología permite producir en paredes soleadas, canteros, terrazas y balcones –lugares no tan utilizados para tener una huerta– y, de esta manera, reutilizar materiales que se descartan diariamente de los domicilios como residuos orgánicos.

La técnica vertical necesite que se utilice un buen sustrato a utilizar, mezcla de tierra en la que se sembrará o plantará.  Debe contener nutrientes realizados con mezcla de tierra, compost y arena para que sea liviano.

La solidaridad por sobre todo

En Quilmes esta capacitación estuvo dirigida a vecinos que actualmente están sin empleo pero que a corazón abierto están construyendo un comedor barrial en Villa Itatí.

Por esto el técnico del INTA AMBA indicó que en la modalidad vertical pueden cultivarse verduras de hoja como: lechuga, perejil, rúcula y aromáticas (tomillo, menta, orégano, salvia y melisa). También pueden adaptarse especies medicinales y ornamentales y las frutillas.

Esta alternativa facilita la producción propia de alimentos en espacios urbanos donde no hay una disponibilidad de suelo tanto por deterioro físico o por escasa extensión. Y este tipo de limitaciones suele ser habitual en las grandes ciudades.

En suma, cultivar los propios alimentos aporta beneficios saludables, ahorrar en su compra de estos y contribuir a la biodiversidad, propiciar el contacto con los procesos de la naturaleza, aprendizajes y aportes clave a la salud.

noticias relacionadas