Gatos vs perros: la ciencia decide quién es el rey de la inteligencia animal

En la eterna batalla entre los amantes de los caninos y felinos, científicos se meten en la pelea para determinar cuál de estas queridas mascotas es más inteligente.

Mientras los perros buscan ayuda con miradas inteligentes, los gatos prefieren resolver los problemas por su cuenta. Crédito: Shutterstock.
Mientras los perros buscan ayuda con miradas inteligentes, los gatos prefieren resolver los problemas por su cuenta. Crédito: Shutterstock.

En un rincón, con su pelaje suave y actitud indiferente, se encuentra el gato, ese cazador sigiloso que conquista el corazón de muchos con su elegancia misteriosa. En el otro, con la lengua fuera y la cola en constante movimiento, está el perro, el compañero leal que siempre está listo para una aventura. Durante siglos, la humanidad se debate cuál de estas dos mascotas es la más inteligente. Ahora, la ciencia decidió entrar en el ring para resolver esta vieja disputa.

El arte de la sociabilidad: ¿ventaja canina?

Los perros, esos animales sociales por excelencia, parecen tener una ventaja cuando se trata de inteligencia social. La Agencia de Noticias Científicas de la Universidad Nacional de Quilmes tuvo acceso a un estudio publicado en la revista de Psicología Comparada, donde explican que los perros utilizan señales comunicativas visuales de manera muy efectiva en sus interacciones con los humanos. Los autores descubrieron que cuando un perro se enfrenta a un problema irresoluble, como un recipiente cerrado con comida dentro, no duda en buscar la ayuda de su humano favorito. Esta habilidad para comunicarse con las personas, a través de miradas que imploran asistencia, es una muestra clara de su inteligencia social.

Por su parte, los gatos, fieles a su reputación de independientes, rara vez piden ayuda. Prefieren intentar resolver los problemas por su cuenta, mostrando una inteligencia que parece más enfocada en la autosuficiencia que en la cooperación. Sin embargo, no hay que subestimarlos: otro estudio consultado por la Agencia, liderado por la Universidad Agrícola del Sur de China, investigó las estrategias de comunicación felina ante una tarea irresoluble. La investigación reveló que los gatos pueden ajustar su comportamiento en función del estado atencional de la persona, mostrando que son capaces de reconocer cuándo alguien está prestándoles atención y cuándo no.

Cálculo animal

Cuando se trata de números, tanto gatos como perros sorprenden con su habilidad para discriminar cantidades. En pruebas donde se les ofrecían diferentes cantidades de comida, ambos mostraron una clara preferencia por las porciones más grandes, demostrando que no solo cuentan con una nariz aguda, sino también con una mente matemática básica.

Mientras los gatos parecen ser más visuales en su enfoque, los perros, aunque no tan buenos con el olfato en este caso, no se quedan atrás cuando se trata de elegir la mayor cantidad de golosinas.

Autoconciencia: entre el espejo y la nariz

La autoconciencia es un concepto complicado incluso para los humanos. Sin embargo, los científicos intentaron medirla en animales a través de la famosa “prueba del espejo”. Aunque ni gatos ni perros pudieron salir victoriosos en este examen visual, el olfato de los perros dio un giro inesperado.

Se descubrió que podían reconocer su propio olor y diferenciarlo del de otros perros, mostrando una forma de autoconciencia que desafía las pruebas tradicionales. Los gatos, siempre un misterio, también mostraron señales de que reconocen su propio olor, aunque aún queda por ver si podrían pasar una prueba similar en un entorno de laboratorio.

El veredicto: ¿Quién es el más inteligente?

Al final, la inteligencia no es una cuestión de números fríos y duros, sino de adaptabilidad y astucia en diferentes contextos. Los perros, con su naturaleza social y su habilidad para pedir ayuda, parecen tener una ventaja en ciertas áreas. Pero los gatos, con su enfoque independiente y su sutil percepción, también tienen lo suyo.

Así que, en la eterna batalla entre gatos y perros, el veredicto es claro: no se puede coronar a un ganador absoluto. La verdadera inteligencia, parece, radica en saber cómo aprovechar al máximo las fortalezas que cada especie tiene, y en disfrutar de su compañía por lo que realmente son: compañeros únicos, cada uno a su manera.

Con todo, mientras el debate continúa, los gatos seguirán cazando sombras en la pared y los perros corriendo tras las pelotas. Y así es como ambos, en su infinita sabiduría, siguen conquistando al ser humano.

 

Por María Ximena Pérez 

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