En Luján, la diócesis de Avellaneda Lanús festejó su Año Jubilar

Casi cinco mil personas, provenientes de las parroquias de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, participaron de un festejo multitudinario en la Basílica de Nuestra Señora de Luján para conmemorar los cincuenta años de creación de la diócesis de Avellaneda, y los diez de la nueva realidad Avellaneda Lanús.

La gran peregrinación fue una profunda plegaria durante la Hora Santa dentro de la Basílica, se transformó en intenso recogimiento en la Santa Misa presidida por Mons. Adriano Bernardini -Nuncio de Su Santidad- y desató una estruendosa algarabía en el campus del Colegio de los Hermanos Maristas.

Como dijo Mons. Frassia, «vivimos un verdadero renacimiento espiritual ya que estábamos todos: nuestro pueblo fiel, los sacerdotes, las religiosas, los diáconos, nuestros seminaristas, el Nuncio -que nos trajo la bendición apostólica del Papa Benedicto XVI- la hora de adoración previa, la misa que fue muy fervorosa y después la fiesta como continuación de la celebración religiosa, donde compartimos con todas las parroquias, con todos los sacerdotes, ¡y la música!, que no dejaba de sonar para que la gente participara animadamente. Fue un verdadero día de gozo, una verdadera fiesta de fe.»

Dos momentos significativos
Antes de finalizar la misa, Mons. Frassia y Mons. Bernardini depositaron una ofrenda floral en el lugar donde descansan los restos del Siervo de Dios, Mons. Eduardo Francisco Pironio -quien fuera Administrador Apostólico de Avellaneda en 1967- y luego la bendición de las cinco imágenes de Nuestra Señora de la Asunción que fueron entregadas a los decanos para que «salgan a misionar por toda la diócesis» como memoria activa de este año jubilar.

Una gran fiesta
En el campo de deportes de los hermanos maristas se desplegó todo el abanico de la expresión popular de nuestra diócesis. Un radiante sol acompañó el desarrollo armónico de la jornada. Amplias mesas y sillas plegables cubrieron casi todo el sitio dando un toque muy particular al almuerzo comunitario. Familias enteras compartían su vianda; los amigos, los conocidos, los compañeros de grupos y movimientos encontraban un tema en común: «la unidad de un pueblo fiel a su fe, a su creencia y a su esperanza», según un scout con muchos años de experiencia.

noticias relacionadas