Emocionante encuentro del profesor Jorge Soriano con el Papa Francisco

A pedido de La Ciudad, el presidente de la Comisión de Fiestas Patronales de Avellaneda de este año, relató su entrevista con el Sumo Pontífice en el Vaticano, junto al Padre Raúl García, con quien conduce el Hogar Escuela San Carlos Borromeo, una institución que había entablado una estrecha relación con el entonces Cardenal Jorge Bergoglio.

“Agradezco a Alejandra Pérsico, directora del diario La Ciudad y al periodista Osmar Percudani, quienes al enterarse circunstancialmente de mi entrevista con el Papa Francisco me insistieron con que era importante que les narre este acontecimiento de mi vida personal a los lectores del diario”.

“Realmente fue una gracia del Señor el haber estado con el Papa. Lo que viví y sentí es difícil de expresar. En esos momentos con Francisco estuvieron dentro de mi corazón mi esposa, mis hijos y nietos, mis amigos, todas las personas que conozco y mi país”.

“La entrevista fue el 5 de octubre a las 17 hs, en la Casa Santa Marta del Vaticano. El Papa nos recibió al Padre Raúl García y a mí, que somos los responsables del Hogar Escuela Parroquial San Carlos Borromeo de Villa Madero”.

“El mérito de este encuentro no fue nuestro sino del propio Francisco y de su historia de vida antes de ser Papa”.

“Hace aproximadamente cinco años, a mediados del mes de agosto, el entonces Cardenal Jorge Bergoglio se comunicó telefónicamente con la directora de nuestro Jardín de Infantes, solicitándole la posibilidad que reciba a un niño. Lo que menos creyó la directora fue que el que llamaba personalmente era el Cardenal, o el Padre Jorge Bergoglio, como él quería que le dijéramos”.

“Insistió humildemente con una notita manuscrita y sin protocolo ante la directora. Como siguió con sus dudas, esta buena directora me comentó el tema y me mostró la carta. Realmente costaba creer que el mismísimo Cardenal Primado escribiera esa notita manuscrita. Ante la duda, busqué en Google el teléfono del Arzobispado, frente a la Plaza de Mayo, (nuestra escuela está en La Matanza y depende del Obispado de San Justo) y llamé. Me atendió una persona a quien le expliqué el motivo de mi llamado y muy contenta me dijo: “El Cardenal estaba preocupado por esta gente. Ya le paso con él”.

“Así, hablando personalmente por teléfono como algo muy natural, el Padre Bergoglio me explicó cuál era la situación. En la procesión del Viernes Santo de ese año se le había acercado un matrimonio con tres hijos que estaban en situación de calle y le entregaron una carta”. La historia sigue como tantas otras que le conocimos cuando fue elegido Papa: les consiguió una vivienda y trabajo para el hombre y les recomendó que busquen cerca de ese domicilio un colegio para que los chicos no estuvieran sin actividad, que por lo menos hasta que comenzara el ciclo escolar del año siguiente estuvieran contenidos unas horas durante el día. Y ese colegio cercano era el nuestro”.

“Me dijo muy humildemente: “vio, para que no anden por la calle dada la altura del año escolar ”. Yo le expliqué que con gusto lo recibiríamos durante toda la jornada, por la mañana en el Hogar, donde los chicos realizan actividades de apoyo escolar y recreación con desayuno y almuerzo. Y por la tarde a clase, con todos los demás chicos del colegio. Ahora el que no podía creerlo era él. Pero como buen cura, no sólo por un chico, si no que nos pidió por los tres y por el alimento diario a la familia. Así comenzó la relación. Llamaba periódicamente para ver cómo estaban los chicos, por si necesitábamos algo, vino a visitarnos un par de veces en colectivo, y no permitió nunca que lo lleváramos en auto, y nosotros íbamos asiduamente a verlo. La última vez que estuvimos con él fue en noviembre y en marzo lo eligieron Papa”.

“Ya siendo Papa recibimos un mail invitándonos al Vaticano. Le contestamos que con gusto, y nos dijo que nos esperaba. Sin protocolos, ni secretarios, estuvimos más de media hora los tres. Le dejamos cartas que le enviaba la comunidad y alfajores; ante una pregunta nos dijo que por momentos extrañaba, pero que estaba muy contento y feliz de lo que estaba haciendo. Nos regaló un rosario a cada uno. Bendijo todos los que llevábamos nosotros y nos despedimos. Nos acompañó hasta la puerta, la abrió, nos pidió “recen por mí” y se nos quedó mirando hasta que por el recodo de la calle no nos vio más”.

“Ah, me olvidaba: ya en la puerta, cuando salíamos, volvió unos pasos y apagó la luz del salón: “Vicio de párroco…” nos comentó”.

“Démos gracias a Dios por el Papa Francisco. El Papa para este siglo, para este momento del mundo: el papa del amor, de la solidaridad, de la sencillez”.
“Qué me queda de esta hermosa experiencia: además de la emoción que viví, quedé convencido que no sólo hay que admirarlo, sino imitarlo. Seguir y vivir sus enseñanzas. Y rezar por él…”

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