El pico de oro Roncayoli
Escribe Antonio J. González
Eran años dorados de la cultura gaucha en Avellaneda. Estaban con todas sus luces prendidas varias asociaciones, centros y agrupaciones en donde los signos y destrezas de esa cultura se manifestaban con total creatividad y vigencia. En varias de estas columnas hemos mencionado algunas de las actividades y personajes que integraron ese conjunto armónico de refugio y rescate de la música, el decir, los gestos y la indumentaria, además de su universo de conductas, que forman parte, todavía, de la idiosincrasia gaucha. Esos años fueron verdaderamente ricos en acontecimientos y reuniones memorables. En nuestro medio y trascendiendo las fronteras ciudadanas, lo estuvo haciendo el Centro Tradicionalista Leales y Pampeanos con sus peñas gauchas en los años 30 en adelante.
De ese racimo de peñas participaron desde el dúo Gardel-Razzano hasta Fernando Ochoa y Ciriaco Ortiz. Pero la verdadera sal de estas reuniones eran los pingos locales, decidores, payadores y recitadores, además de escritores y poetas, cuyas palabras y composiciones musicales daban color y sentido a estos encuentros. De esos protagonistas, uno de los picos de oro era Roberto Roncayoli, nacido en 1893, periodista de profesión y poeta popular de vocación. Vocero natural del Centro en muchas de esas peñas. Su sapiencia y su decir galano era un sello del cual ninguno de los asistentes quería privarse.
El periodismo lo ejerció en publicaciones de Buenos Aires, como Pampa Argentina y Mundo Argentino, y la uruguaya El Cerro. En nuestra ciudad fue redactor de los diarios La Opinión y La Libertad durante muchos años. Fundó en 1948 La Palabra que salió hasta 1953. En Leales y Pampeanos ocupó la vicepresidencia e integró la directiva de la Sociedad de Socorros Mutuos Roma y otras instituciones locales.
Autor de poesías y versos que Roncayoli solía decir en aquellas concurridas reuniones. Sin embargo, no fueron reunidas en libros o folletos. Se conservan solitarias en las páginas de los periódicos o las revistas de la época. Amaro Giura, otro de aquellos prohombres de la cultura gaucha, lo denomina: poeta de la prosa y la palabra. La Carreta es una de las principales publicaciones que integró y fueron por un largo tiempo las páginas culturales del Centro. De allí recogemos sus palabras: Hay que saber volar hasta las cumbres / y saber descender cuando haga falta; / las aves de gran vuelo nunca temen / confiarle su destino a sus dos alas, / pero aquellos que estiman que su ascenso / es obra de su esfuerzo, no de causas / ajenas a sus propias condiciones / ése es el lodo que la cumbre mancha.
Varias de sus poesías fueron musicalizadas por artistas populares. Capilla de la sierra zamba, Lirios blancos vals, Durazno en Flor vals, Barracas al Sud vals, entre ellas, y los músicos constituían las figuras del momento, como Alberto H. Acuña, Vicente De Marco, Rafael Rossi.
Pero aquellos años se fueron quedando en la historia cultural de esta región bonaerense y con ellos la memoria activa y fresca de sus protagonistas. Sus voces son recuerdos navegando algunas de estas páginas. La voz de los picos de oro de Leales y Pampeanos, como Roberto Roncayoli, Amaro Giura, Pedro Molinari, Benito Cerrudo, Emilio Frattini, Amadeo Desiderato, Pedro Illescas, Bartolo Chapela , son mucho más que palabras evocativas. Aún sacuden sus alas, sus sones musicales, sus ideas, sus sentimientos, hasta las cumbres. Ganándole una batalla más al olvido.
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