¡El Espíritu de la Verdad!

En el día de la Solemnidad de la Santísima Trinidad el Obispo de Avellaneda – Lanús, Mons. Rubén Frassia, se refirió Evangelio según según San Juan 16, 12-15 (ciclo C).

Nosotros estamos unidos por medio de la Santísima Trinidad: del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

El Padre es Dios y lo propio del Padre es la creación, crearnos, habernos hecho a imagen y semejanza suya.

Cristo, el Hijo de Dios, la Palabra que se engendró en el seno virginal de María, este Cristo que es verdadero Dios y verdadero Hombre, que asumió nuestra naturaleza humana, que nos incorporó a El, que nos divinizó, que dio sentido y trascendencia a todo lo humano, este verdadero Dios y Verdadero hombre, viene a salvarnos, a redimirnos y a darnos la certeza de su amor, de su verdad y de su vida.

Del Espíritu Santo lo propio es la santificación. Pero la santificación no es quedarnos “quietitos”, de brazos cruzados, en cuclillas y con las manos juntas, no. La santificación es vivir en la verdad; es vivir como hijos de Dios; es tratarnos entre nosotros como hermanos; es algo dinámico y no estático.

Tenemos que ir desandando lo andado, saliendo de las esclavitudes de nuestros pecados; saliendo de los límites, alejándonos de las mentiras, para ir en camino de la verdad hacia la verdad; en lo bueno hacia el bien y en el camino hacia El, porque es el Espíritu que está presente en la Iglesia, en nosotros.

Con este Espíritu en nosotros, no podemos jamás ser derrotados; ni ante la presencia del mal -que pesa tanto y muchas veces agobia- ante tanta ignominia, ante tanta mentira, siempre tenemos que recordar que el bien, y el Espíritu de Dios, son superiores a toda maldad.
Por eso se queda con nosotros, está en nosotros y nos va a enseñar, a recordar, a actualizar, lo que Jesús enseñó y predicó. Nos envuelve en una esfera distinta; somos deificados, somos santificados; pero jamás seremos como Dios, jamás seremos Dios, pero sí nos acercaremos a Dios.

La Santísima Trinidad nos participa, nos ilumina, nos acompaña, está presente y nos va guiando, conduciendo.

Pidamos al Padre que nos de mayor amor de responsabilidad.

Pidamos al Hijo que nos fidelidad y perseverancia en la verdad.

Pidamos al Espíritu Santo que nos confirme en el amor, que no vivamos superficialmente sino en serio, auténticamente humanos y verdaderos cristianos, porque tenemos que tener autenticidad en lo humano.

Les dejo mi bendición y que el Señor nos acompañe siempre: en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Amén

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