Descubren en Buenos Aires fósiles de un ciervo de la “Era del Hielo” 

Investigadores del CONICET describieron las novedosas características de este nuevo fósil de ciervo hallado en la localidad de Labardén, partido de General Guido.

 

Hace 15 mil años, en la provincia de Buenos Aires predominaban condiciones climáticas áridas y secas, más parecidas a las que se pueden observar hoy en la Patagonia o en Chaco. En ese territorio convivía una “megafauna” de mamíferos enormes, entre los que se encontraba una especie de ciervos prehistóricos llamada Morenelaphus, de cuyo rostro se conocía poco… hasta hoy.

Es que, recientemente, investigadores del CONICET describieron las novedosas características de este nuevo fósil de ciervo hallado en la localidad de Labardén, partido de General Guido, y que corresponde a la parte anterior del cráneo (el “hocico”) y la mandíbula. El artículo fue publicado en la revista científica Journal of South American Earth Sciences.

Sus autores, Mauro Aranciaga Rolando, Nicolás Chimento y Santiago Miner, investigadores del Museo Argentino de Ciencias Naturales “Bernardino Rivadavia”, y Julieta De Pasqua, del IDEAN (UBA) , destacaron que es el primer hocico de un Morenelaphus descrito, lo que contribuyó a conocer cómo era el aspecto de la cara de esta especie.

Este material se encontró en un estado de preservación delicado, por lo que mediante tomografías médicas pudo estudiarse en detalle su anatomía. “Su cráneo estaba partido en pequeños bloquecitos de hueso, así que lo primero que hicimos fue tomografiarlo.  A su vez, utilizamos ciertas técnicas para limpiar mejor el hueso sin comprometerlo”, precisó Aranciaga Rolando en diálogo con la Agencia CTyS-UNLaM.

Así, lograron conocer cómo era la nariz y otras partes del cráneo que comprenden la cara del animal. La especie en cuestión tenía un hocico fino y largo, posiblemente adaptado para arrancar y masticar hierbas blandas pero abrasivas como los pastos y gramíneas. El Morenelaphus, además, era de gran porte: se estima que estos ciervos prehistóricos habrían alcanzado unos dos metros de largo y pesado entre unos 200 o 300 kilos.

 

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