Avellaneda y La Boca un solo corazón

Escribe Antonio J. González

El barrio porteño de La Boca tiene una larga historia en las artes y sus personajes. Pintores, escritores, músicos y creadores en otras disciplinas tuvieron y tienen raíces en ese rincón de Buenos Aires como parte esencial del desarrollo de la expresión artística. En el curso de las experiencias culturales vividas allí participaron artistas y hombres de la cultura de Avellaneda. Algunos de ellos dejaron profundas huellas de su paso por ese populoso y proletario barrio en la otra orilla del Riachuelo. En la recopilación realizada por el Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín, denominada “Un siglo de arte en La Boca (1860-1960)”, se marcan algunas de esas presencias.

“El Bermellón fue el primer agrupamiento multidisciplinario de jóvenes artistas de La Boca -dice ese documento- en base a un común origen barrial, social y seguramente ideológico”. Entre sus fundadores y primeros integrantes de esa agrupación se encontraban artistas plásticos de nuestra orilla. Uno de ellos, el pintor y odontólogo Juan A. Chiozza porque integró el grupo fundacional. Había nacido y vivía en la Isla Maciel donde tenía su consultorio y fue también uno de los pioneros del periodismo barrial con la publicación de “El Pensamiento” de circulación en la Isla y en Dock Sud.

José Luis Menghi (con domicilio en Sarandí) y José Mario Cecconi (en Lanús) se sumaron a este nuevo agrupamiento en su condición de activos creadores. Menghi pasó su juventud y tenía su atelier de pintor en aquel barrio porteño, sobre la calle Irala, frente a la plaza Matheu, además de ser uno de los fundadores de la Asociación Gente de Arte de Avellaneda y asumir su presidencia durante un largo período. José Luis Menghi, algo menor que sus compañeros, era de extracción obrera, trabajó como herrero en el taller familiar que estaba en La Boca. Cecconi, por su lado, de formación proletaria, prefería el grabado, la xilografía y el dibujo. Su infancia había transcurrido allí. El paisaje popular de esa zona capitalina se veía, entonces, reflejado en una buena parte de sus obras.

Ellos también integraron el equipo que dio vida en 1940 a la Asociación de Gente de Artes y Letras Impulso, entidad que aún funciona en La Boca. Alli se fueron agregando otros nombres de nuestra orilla: Rafael Muñoz, Eleo Georgetti, entre ellos. En esa época, era arrolladora la influencia y atracción de ese rincón porteño para una gran cantidad de pintores, poetas y cultores de otras disciplinas artísticas, junto con Quinquela Martín, Juan Del Prete, Antonio Porchia, Miguel Victorica, Víctor Cúnsolo, Orlando Stagnaro, Juan de Dios Filiberto, Fortunato Lacámera… y muchos más que apuntalaban la nueva entidad y sus amigos.

Había un curso de agua que los unía. El Riachuelo que veía cruzar de un lado a otro a esos y otros habitantes de sus orillas o de las ciudades vecinas. Constituían un grupo solidario y activo en ambas márgenes, porque así como los de nuestro territorio cruzaban los puentes en busca de La Boca y sus actividades artísticas, lo mismo ocurría con aquellos pintores y escritores que acompañaron cálidamente a quienes en 1941 dieron vida a Gente de Arte en nuestra ciudad.

Me tocó verlos en los actos y actividades de la entidad local. Era común descubrir en la vieja casona de la esquina de Belgrano y Lavalle, a Porchia, Pugliese, Lacámera, Victorica y casi todos los “muchachos” de Impulso…

Era como un inmenso corazón que tenía sus dos mitades unidas. Y latían juntos, mientras inventaban la historia del arte, la cultura y la solidaridad desde ambas márgenes.

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