Ascensión del Señor

En el 7º domingo de Pascua el Obispo de Avellaneda – Lanús, Mons. Rubén Frassia, se refirió Evangelio según san Lucas 24, 46-53 (ciclo C): Jesús asciende al Padre y nos promete el Espíritu Santo.

En este relato, que también lo encontramos en el libro de los Hechos de los Apóstoles, San Lucas nos trae el final glorioso de la vida pública de Jesús y el punto de partida de la expansión misionera. Pero lo más importante es el hecho como tal: Cristo que se encarnó, que nos da su doctrina; Cristo que nos dio su vida, fue crucificado, murió, resucitó y asciende al Padre.

El misterio de la Pascua está comprendido en la encarnación, en el sacrificio y en la ascensión al Padre ya que el Padre y Él son una misma realidad. En esa partida, en ese ascenso, nos promete y nos va a enviar, el Espíritu Santo que nos recordará todo lo que Él nos dijo; y también nos dice que estará con nosotros hasta la consumación de los tiempos.

Esta ascensión, esta partida, puede hacer decir -sobre todo a los apóstoles- “¡que tristeza, se va, nos deja, nos quedamos solos”. Sin embargo Él nos dice “Yo voy a enviarles lo que el Padre les ha prometido; ustedes serán revestidos con la fuerza que viene de lo alto; tendrán fuerza y serán mis testigos”.

El evangelizador. El que anuncia. El que relata. El que testimonia. El que explica. El que da buen ejemplo. El que hace un bien en Su Nombre. El que obra una caridad. El que ayuda en serio a la gente, no está solo. Ha recibido una fuerza de Dios, que se queda y está presente en cada uno de sus discípulos, para que sus discípulos podamos obrar en Su Nombre, por Él, con Él y en Él. Y si tenemos la fuerza de Él, seremos confirmados y podremos dar testimonio.

Nuestra realidad es saber recibir y reconocer la cercanía de Dios, la presencia de Dios en cada uno de nosotros que supera toda adversidad, toda dificultad, toda incertidumbre y nos lleva a dar testimonio y ser signo para que podamos anunciarlo, transmitirlo y comunicarlo a los demás.

Queridos hermanos, que esta Ascensión del Señor nos ayude a todos a prepararnos a recibir la fuerza de lo alto, que es el Espíritu Santo, cuya liturgia vamos a celebrar el próximo domingo, en Pentecostés.

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