Adriana, la de Dock Sud

Escribe Antonio J. González

Muchos memoriosos – y no tanto- recuerdan las veladas musicales en las décadas del ’80 y ’90 en algunos salones de nuestra ciudad en la que cantaba una tal Beatriz Adriana Lichinchi, una muchacha veinteañera que había nacido en Dock Sud en un familia con un padre técnico químico y socialista, y una madre maestra en el propio barrio de ascendencia peronista. Los tangos fluían en su garganta sin esfuerzo, con la carga emotiva de un Goyeneche y el sabor al suburbio fabril donde ella había crecido. En estos días cumple 58 años y es ya una de las cantantes de música ciudadana más renombradas e indiscutibles. Ella que había cursado sus estudios en un colegio religioso, se había convertido en una “diabla roja” y agitaba también esta divisa política en las marchas que realizaban las agrupaciones de izquierda cuando Adriana sólo tenía 18 años.

“Mis viejos eran tipos muy modernos -dijo en un reportaje- Por casa pasaban monseñor Podestá, Romero Brest, gente así… Pero el gran pater familiae era mi abuelo, un veterinario que trabajaba en el frigorífico La Negra y traía a casa todo lo que tenía que ver con las movidas sociales”.”Así, en mi adolescencia ya era zurdita: peruca y zurdita. Siempre fui una mina muy enterada de lo que era la conciencia de clase”, rememora.

“Yo era una pendeja muy hincha pelotas, muy inquieta y rebelde –sigue nuestra muchacha- Mi transgresión pasaba por salir con chicos y volver tarde; por fumarme un faso en el cuarto, encanutada, con la música al mango, hablando de machos con mis amigas”. Estas palabras tienen el testimonio más veraz de la protagonista.
Adriana Varela, fue luego su nombre artístico. Comenzaba a conocerse por su estilo, por su garra tanguera y por la cadencia de su canto, y algo de ese desenfado del “rioba”. La “voz del tango” es una de las expresiones que la identifican. Fiel a la vibración y los ecos de quien fuera su descubridor y admirador, el Polaco Goyeneche, junto a Virgilio Espósito, nada menos. En 1990, comenzó su carrera artística con un recorrido por el mundo. Al año siguiente, editó su primer disco: “Tangos”. Luego vinieron otros: “Corazones perversos” ha sido el primero en contar con participaciones especiales de Expósito y Goyeneche.“Tangos de Lengue”, el cual desprende composiciones inéditas de uno de los mayores autores de tangos, Enrique Cadícamo. Seguido de la grabación de un nuevo compacto en vivo en el Teatro Coliseo, al que tituló “Tango en vivo”, el cual incluye una memorable versión del clásico “Cambalache”. Y así hasta nuestros días que sigue siendo referencia obligada de la historia de la canción ciudadana.

Dejó arrinconada en algún cajón –acurrucada y expectante- su formación como psicóloga. Allí está latente porque en su sangre aún late aquella inquietud juvenil. Es parte de su humanidad, más allá de los escenarios, las luces y la comunicación masiva.

Hoy sigue su camino musical con toda la vibración de su estilo. No la distraen los triunfos ni los éxitos internacionales, como lo son sus presentaciones en festivales y recitales. Ni siquiera sus actuaciones en los exclusivos escenarios de París y Madrid. Sigue la constante de la gran mayoría de cantantes y músicos del tango: sobrevivir en la escena europea y latinoamericana, en ausencia del apoyo y la continuidad laboral en su propio país. Una culpabilidad que tiene olor a medios de comunicación al servicio de otros menesteres. Pero es otra historia.

Aquella Adriana de Dock Sud permanece leal a sus orígenes, aún en medio de las tormentas, los olvidos y las lujosas vidrieras.

ajgpaloma@hotmail.com

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