Acerca de Olga Guillot

Escribe Luis Alposta

Fue el 12 de noviembre de 1984, en Madrid, en el teatro La Latina, en el espectáculo llamado Nostalgia, en el que actuó junto a Sara Montiel y Celia Gámez.

Esa noche, la Reina del Bolero, cantó, entre otros temas, Contigo en la distancia, Tú me acostumbraste, Siboney, Esta tarde vi llover… y, sobre todo, su santo y seña, Miénteme. Y lo hizo -como siempre- con su especial sensualidad, dramatismo y aterciopelada voz.

Cantó y contó con orgullo:
– A los 20, cuando todavía me consideraba “una niña”, tuve la oportunidad de cantar con la gran Edith Piaf en Cannes, pero a mi regreso a Cuba nadie me creyó. Hasta se rieron de mí. Sin embargo, dos años más tarde la diva francesa visitó un escenario de La Habana y, en medio del espectáculo, interrumpió su presentación y me saludó. Y ahí sí me creyeron.

Olga Guillot, la que comenzó cantando tangos a los nueve años; la que después convirtió en éxitos aquellas melodías de la bohemia habanera; la que terminó con el mito de que las mujeres no vendían discos; la que fue figura máxima del bolero por más de seis décadas, tenía, además, mucho sentido escénico. Sabía cómo poner de pie al público.

«El bolero es mi escuela, mi género, mi estilo», decía siempre. «El bolero es poesía y existirá mientras haya poetas».

Y aquella noche, en la que al finalizar la función Vicky y yo fuimos a saludarla a su camerino, terminó su actuación cantado un tema en el que hay un presente irreemplazable: Adoro, de Armando Manzanero.

luisalposta@fibertel.com

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