El remero Emilio De Francesco donó sus premios al Club Regatas

Si bien su carrera se truncó cunado estaba obteniendo excelentes resultados, a causa de una enfermedad, De Franceso recuerda hoy, con sus 85 años, los gratos momentos que vivió a los largo de su trayectoria deportiva.

«Hice muchos deportes. Empecé a los 8 años, haciendo natación en Independiente, club donde tengo 75 años de socio. Después jugué al básquet en Racing e Independiente y más tarde llegué a Regatas, donde también hice básquet, además de natación y remo», relató De Francesco, vecino avellanedense nacido en el barrio de Piñeiro, el 12 de julio de 1928.

En su infancia, Emilio vivía a media cuadra del Riachuelo, donde su padre lo llevaba a pescar o a darse un chapuzón, cuando la sudestada hacía crecer su caudal.

Ya en su adolescencia, Emilio De Francesco desembarcó en la tradicional institución náutica de Avellaneda cuando tenía 17 años y por invitación exclusiva de un entrenador.

Allí jugó aproximadamente un año y medio al básquetbol, hasta que el instructor de remo, Horacio Mesina, vio sus condiciones y le ofreció remar. Emilio se entusiasmó con hacer un nuevo deporte, sin dejar el básquet.

Y así fue que llegó el día de su gran debut como remero. En el marco de los festejos por el aniversario del club, en 1948, se corrió una carrera interna de remo en la que Emilio fue revelación y figura, lo cual fue reflejado por distientos medios periodísticos, y así se transformó en una gran promesa del remo no solo en el ámbito local sino a nivel nacional.

«Aprendí la técnica muy rápidamente», Relató De Francesco en diálogo con La Ciudad. «En la categoría Single Principiante, competía con gente del club, más grande en edad y mucho más experimentada que yo. Pero gané la regata y fue algo realmente emocionate”.
Con el tiempo, Emilio siguió entrenándose y perfeccionándose, e integró «un cuatro» que ganó varias regatas a nivel de selección, participando contra Uruguay, Brasil, Perú y Chile.

Tras conseguir diez regatas internacionales, el Club Regatas lo premió con la Palma de Oro, convirtiéndose en uno de los 19 poseedores de la histórica insignia.

En equipo, Emilio formó una dupla imbatible junto a Didio Russo (y Humberto Galfrascoli en el timón), consagrándose Campeón en los primeros Juegos Panamericanos de 1952, disputados en nuestro país, donde la Argentina ganó las ocho regatas que se corrieron.

Lamentablemente, en 1953, cuando se preparaba para las Olimpiadas de Helsinki, Emilio se enfermó de difteria, una enfermedad infecciosa que para esa época era muy peligrosa, ya que todavía no existía la penicilina. Si bien se recuperó, le quedó como secuela una arritmia cardíaca que lo obligó a abandonar su carrera.

No obstante, Emilio siguió con su vida. Se ecibió de Contador Público y se casó con Nélida Luján Martingano, a quien conoció en Regatas y con quien tuvo dos hijos que le regalaron cinco nietos.