La Plaza Alsina a través de los años
Escribe Patricia Denti.
La Plaza Adolfo Alsina es, en realidad pequeña, comparada con las plazas de otras grandes ciudades, máxime si se tiene en cuenta su ubicación en pleno centro de la ciudad, a tal punto que se la ha designado con acierto, en repetidas ocasiones, como el corazón de Avellaneda, corazón al que afluye la corriente sanguínea del tránsito intenso que soporta la Avenida Mitre.
Se le da el nombre de Adolfo Alsina el 9 de agosto de 1877, Acta Nº 313. Con los años se colocó allí un mástil, para izar la bandera Argentina en ocasiones especiales, este mástil con la presencia del cura párroco y del Intendente de la ciudad se bendijo en 1945.
También en las primeras décadas del siglo XX el lugar era escogido para las grandes fiestas ciudadanas; allí se realizaban las reuniones patrióticas, en ocasión de conmemorarse distintas efemérides; se realizaron importantes exposiciones de arte; allí se rindió homenaje anualmente, hasta el día de hoy, a la memoria del doctor Nicolás Avellaneda; allí se realizaban incluso las concentraciones vecinales y hasta los mítines políticos.
Por aquellos años el tema que la plaza fuera pequeña, fue contemplado por don Alberto Barceló, que en su carácter de Intendente Municipal propició una ordenanza sancionada en su oportunidad por el Concejo Deliberante, a fin de ampliar la Plaza Adolfo Alsina, en ocasión de construirse el edificio para el Palacio Municipal que también se proyecto erigir en la zona.
Este hermoso paseo, circundado por las calles San Martín, Lavalle, Av. Mitre y Alsina, aunque considerada pequeña, tenía a su favor, como compensación, según el anuario La Opinión de 1940, el hecho de que estaba cuidada por manos cariñosas, por personas que sentían verdadera vocación de jardinería, por artesanos amantes de las plantas y las flores, observándose una variedad extraordinaria de esta vegetación.
Dividida por grandes canteros y éstos a su vez separados en pequeños grupos, se levantan arbustos, rosales, margaritas, siemprevivas, pensamientos, violetas y hasta las variedades más extrañas con rara profusión.
En el centro de la plaza, frente a la Iglesia Parroquial y al local de la Inspección de Zona de la Policía,(donde hoy se ubica la Escuela Nº 1) se levanta el monumento a Nicolás Avellaneda, que es el primer homenaje estatuario que se erigió en el país al ilustre hombre público con cuyo nombre fue bautizada la ciudad. Este monumento es obra de Lola Mora la artista que tantos prestigios adquirió en nuestro país, autora también de la Fuente de las Nereidas situada en la costanera sur, y de otros monumentos famosos. En la Plaza Alsina se armaba un pesebre tamaño natural, digno de admiración de grandes y chicos, cuyas piezas eran realizadas por Don Ricardo Vals, un santero muy conocido en la zona por la década del ´50, del ´60 y hasta los ´70, también autor de varios santos que se hallaban en la vieja Catedral de Avellaneda.
La Plaza Adolfo Alsina siempre fue motivo de orgullo de nuestra ciudad, cada época tuvo su encanto, con el tiempo sufrió distintas modificaciones, pero aún hoy sigue siendo el corazón de nuestra ciudad, siguen pasando por allí artistas, artesanos, políticos y sigue siendo elegida como punto de reunión de los jóvenes, de los adultos y de los niños que juegan libres sobre los caminos y senderos interiores.
Investigación y Recopilación: Patricia Denti
Bibliografía: Archivo Histórico
Municipal F. F. Larrain
patriciadenti@hotmail.com