Diagnóstico confirmado
Escribe el Dr. Juan Manuel Casella
En su columna, publicada por «La Nación» el domingo 30 de octubre, Morales Solá alude a la posición de Lilita Carrió con relación al proyecto de ley del Ejecutivo sobre Gils Carbó. Cierra su comentario de esta manera: «¿Es necesario que exista un escándalo político para resolver un problema político? ¿No sería mejor que hubiera mecanismos de consulta entre los aliados, reglas escritas de cumplimiento obligatorio para todos, y evitar así los innecesarios estruendos de la alianza en el poder? ¿No es el gobierno, acaso, el primero que debería respetar un sistema de consultas permanentes? ¿Hasta cuándo estarán pendientes del efecto fulminante de la cartera de Lilita?»
En nuestro artículo «Fallas de la UCR en el gobierno de Cambiemos» (Clarín, 23 de agosto de 2016) remarcamos la inexistencia de una mesa conjunta de análisis político y de una agenda útil para prevenir problemas y estudiar soluciones. Denunciamos allí que los contactos entre el gobierno y el radicalismo «son poco significativos, carentes de profundidad y de influencia en las decisiones finales».
El comentario de Morales Solá confirma nuestro diagnóstico. Entre el gobierno y la UCR no existe un sistema de consultas, ni una agenda, ni un mecanismo compartido que prevenga y evite errores y papelones.
En nuestro artículo de Clarín imputamos esa debilidad funcional a la conducción del PRO, que prefiere calificar al radicalismo como «la vieja política» y pretende aplicar sobre él prácticas de captación que son procedimientos de suma cero. Pero agregamos que la dirección nacional del radicalismo –la formal, pero más que nada la de hecho que en realidad lo conduce- es corresponsable en la medida en que tolera, en un silencio especulativo, esa deficiencia operativa. ¿Porqué «silencio especulativo»? Porque pareciera que algunos de los integrantes de la «conducción de hecho» prefieren priorizar intereses individuales, carreras políticas personales o predominios territoriales menores. Es decir: por esa razón calculadora de poco nivel, en lugar de corregir, callamos y consentimos.
Todos queremos que el gobierno acierte. Los radicales tenemos que contribuir a ese acierto desde nuestra propia identidad, que debemos cuidar no solo porque es nuestra, sino porque también le sirve al conjunto de CAMBIEMOS en la medida en que incorpora un espacio social y aporta un conjunto de principios y pensamientos de utilidad permanente. Por eso, aprovechamos el artículo de Morales Solá para repetir que más allá de las posiciones que asuman quienes pretenden conducirnos sin informar ni rendir cuentas, los radicales no estamos dispuestos a regalar valores e historia, porque no sólo sería una claudicación sino también «un sacrificio innecesario y ruinoso para la consolidación de una sociedad libre y socialmente equilibrada».
Dr. Juan Manuel Casella