Carta de Monseñor Rubén Frassia a la Diócesis de Avellaneda – Lanús

El motivo es el saludo y felicitación por los 60 años de la fundación de la Diócesis.

A la querida Diócesis de Avellaneda-Lanús:

Al Sr. Pbro. Mons. Rubén Oscar López, Administrador Diocesano, a todo el Clero de la Diócesis de Avellaneda-Lanús, a los diáconos, sus familias, a los seminaristas, religiosos y religiosas, al querido Pueblo fiel de todas las Comunidades.

Los saludo y los felicito. La Diócesis cumple, 60 años de su fundación, con el Decreto del Santo Juan XXIII, “Cum Regnum Dei” (10 de Abril de 1961). Y también por los 20 años de la Unión entre Avellaneda y la Vicaría de Lanús, formando una nueva realidad eclesial, el 24 de Abril de 2001, promulgado por el ahora Santo Juan Pablo II. Hermosa realidad, y tremendos desafíos, que fueron sorteados por la generosidad de todos los sacerdotes y el querido pueblo de Dios.

Colaboraron todas las Instituciones que pertenecían en aquel entonces a las distintas realidades. Así se fue consolidando, con la buena voluntad de todos, la querida Diócesis de Avellaneda-Lanús, tratando de vivir, alcanzar y expresar ese hermoso lema bíblico “un solo corazón, una sola alma”.
Ha pasado tiempo, yo tuve la alegría inmensa de ser el Obispo de llevar adelante la unión de toda la Comunidad Diocesana. Se ha hecho posible, por la voluntad y generosidad de todos y de cada uno de los responsables. Los felicito y les agradezco.

Ya soy Obispo Emérito, y desde mi lugar original, rezo siempre por todos Uds. Todos los días, pidiéndoles que no se cansen de hacer el bien. Que lo busquen constantemente. Que la verdad, el entusiasmo, la alegría, el sacrificio y la entrega no tenga límites: “No se cansen de hacer el bien” Estos tiempos difíciles que como Diócesis y como País, estamos pasando, hoy más que nunca se nos llama a ser Testigos de la Esperanza. Quien es creyente, sabrá ofrecer todo a Dios, a Cristo el Señor, a la Virgen, a Nuestra Señora de la Asunción, y a San José patrono y protector de todas nuestras necesidades. Que la Iglesia no sea acallada y que siempre pueda comunicar la verdad y la vida nueva del Evangelio.

Ruego al Santo Padre, que muy pronto, pueda procurar un nuevo Pastor, para que guíe a esta Iglesia Particular.
Ánimo, no tengan miedo, el Señor Resucitado, ha vencido al pecado, en todas sus acepciones, y a la consabida muerte. Culpa feliz, que nos mereció tan grande Redentor. Que Cristo el Señor de la vida, de la gracia, de la verdad y del amor, brille en cada uno de Uds., y en sus Comunidades y familias.

Hago una mención especial a los Obispos que han conducido esta Iglesia: Su primer Obispo Mons. Emilio A. Di Pasquo, a Mons. Jerónimo Podestá, al Administrador Apostólico Mons. Eduardo Pironio, al Cardenal Mons. Antonio Quarracino, a Mons. Rubén Héctor Di Monte y a este obispo que les está dirigiendo con el corazón estas líneas. A los sacerdotes que han dado la vida por la Iglesia, no puedo nombrar a cada uno, son varios, las religiosas, siempre silenciosas pero con una fidelidad increíble, a los laicos, hombres y mujeres que se jugaron por el Señor y por la Santa Iglesia. Todos ellos, forman una gran alfombra que sostienen la santidad del Pueblo Santo de Dios.

Los bendigo de corazón, jamás me olvidaré de Uds., y de sus realidades. La Virgen de la Asunción los siga protegiendo de todo mal. Que Santa Teresa de Jesús, mantenga encendido el amor y la pasión por la Iglesia.

Que San José, les de la fuerza y la pureza de la fe, para custodiar a la Iglesia, y que San PABLO VI, siga bendiciendo el Seminario, a los seminaristas le de la fuerza y la alegría de la perseverancia y la luz de buscar y hacer su santa voluntad.

Mons. Rubén O. Frassia
Obispo Emérito de Avellaneda-Lanús

noticias relacionadas