“Según Roxi”: una comedia que rompe con los estereotipos de la maternidad

La protagonista de la serie, Julieta Otero, responsable del Teatro de la Cuadra de Avellaneda, habla de este fenómeno que nació en la web, pasó por el libro y este año llega a la televisión latinoamericana.

 

Desde los 6 años Julieta Otero supo que quería ser actriz, pero ni en el E.N.S.P.A (escuela donde hizo la Primaria y la secundaria), ni en toda Avellaneda conseguía escuelas de teatro. Ante la desesperación de querer hacer una actividad vinculada al arte, empezó a estudiar canto y danza. Vueltas del destino, tras estudiar en las escuelas de Hugo Midón, Raúl Serrano y graduarse del Conservatorio, en 2008 fue ella quien le dio una sala de teatro independiente a la ciudad: Teatro de la Cuadra (French 84). Ahora, brilla como protagonista en Según Roxi, una comedia sobre una madre políticamente incorrecta que busca desdramatizar los conflictos de la maternidad.
Tras el éxito de la web, ahora la serie pasa a la televisión desde el 9 de mayo por el canal de cable Lifetime Latinoamérica.

 
Uno de los secretos del éxito de Según Roxi radica en el feeling que tiene el personaje con sus seguidoras (prácticamente todas mamás) en las redes sociales. Nació como serie web en 2012 y ahora su fanpage está cerca de los 90 mil “Me gusta” y cada publicación que realiza tiene gran repercusión en las “mamis” que comparten sus desbordadas, intensas y coloridas vidas como madres. “Cuando hicimos la serie web, era un hijo nuestro al que veíamos bellísimo y graciosísimo y teníamos la sensación de que era hermosa la serie. Sentíamos que las madres lo iban a ver y se lo iban a pasar”, asegura Otero. “Es tan real, divertido y transmite una alegría de poder reírse del quilombo doméstico”, agrega.

 
La idea de la serie nació a partir de un blog que escribió Otero cuando su hija mayor tenía dos años, con el fin de canalizar un exceso neurótico de dudas a seguir respecto a la salud, la educación y otros temas vinculados a la crianza de su hija. A su amiga y socia en este proyecto, Azul Lombardía, se le ocurrió transformar esos textos en guiones para hacer una serie web. Juntas buscan desacralizar la maternidad. “Creamos este personaje quejoso, neurótico, gracioso, exagerado y desbordado, bien al extremo de lo que somos Azul y yo para poder jugar con los estereotipos de los tipos de mamis y al reirnos te distancias del problema”, confiesa Otero.

 
En cuanto a la imagen que venden las publicidades como ideal de madre en el siglo XXI, afirma: “Es terrible porque antes el ideal de madre era una mujer que cocinaba, que atendía a sus hijos y que era buena, santa y tenía paciencia. Ahora es todo eso más una profesional que trabaja, una potra que sale de parir y a los 5 minutos tiene la panza chata y las tetas levantadas. Las madres que muestran las revistas y que valoran eso es mentiroso e inaccesible. La crianza ahora es más exigida y tenemos que ser superheroínas todo el tiempo y compatibilizar los mundos laboral y doméstico y ser mujeres apasionadas con sus parejas. Roxi se inserta en ese delirio transmitiendo el mensaje de que bajemos la exigencia”.

 

El desafío de enseñar teatro en Avellaneda
La vocación artística de Julieta Otero no desencaja con la de su familia, ya que su papá, Juan José, fue rector del Conservatorio de Música de Avellaneda y su hermano, Mariano, es un reconocido y premiado jazzista. Cuando fundó el Teatro de la Cuadra hace 11 años su objetivo fue generar un espacio de teatro independiente que le faltaba a la ciudad. Ante el desafío de enseñar teatro, dice: “Es muy difícil porque Avellaneda es un municipio recontra cultural, lleno de gente que se dedica al arte, actores maravillosos, músicos, artistas plásticos. Pero no tiene una movida teatral. Sí, es mucho más fuerte en la música: está la escuela de de música popular, el conservatorio del Roma, pero no es una ciudad que se caracterice por tener un teatro independiente. Y como estamos muy cerca de Capital la gente que quiere hacer teatro cruza el charco y va a estudiar a Capital o a ver un espectáculo”.

 
El Teatro de la Cuadra, integrado por profesores egresados de las escuelas de arte dramático de prestigiosos maestros como Raúl Serrano, Agustín Alezzo y Hugo Midón, es definido por Otero como “un espacio integral donde se puede trabajar el cuerpo, la voz y la actuación, tanto para ser actor como no”.

 
Si tiene que elegir un autor de teatro que le guste, se declara “super fan” de el escritor ruso Antón Chéjov. “Me emociona, me hace reir. Antes de Chéjov el tipo de teatro era de representación, el actor representaba un sentimiento. Él plantea por primera vez un teatro en el que lo que se dice no es lo que pasa. Sus obras me hacen pensar en la vida, en los deseos frustrados, toda esa rusia zarista, el campo, la quietud, el aburrimiento, que no es banal sino un sinsentido de la vida”, explica.

 
La escuela, que cuenta con un promedio de 200 alumnos, este año estrena su nueva sala, que se creó con apoyo de la Municipalidad y con el FestiSala, un festival organizado por los elencos del Teatro de la Cuadra (Didascalias, ELADO y Socios) y los profesores, en el que presentaron varias de las obras estrenadas a lo largo de su primera década. “Fue un orgullo enorme a nivel cultural, social, humano. una movida que fue la cereza del postre de estos diez años de trabajo”, rescata como conclusión del festival.

 
Como directora pedagógica del teatro, Otero explica que no cree en la formación actoral que deja afuera la instancia del público. “No existe el hecho teatral sin público. Es muy importante que forme parte del proceso”, resalta.

 

 

El rol del teatro en la sociedad
Para ella, una de las razones de la permanencia de este espacio, que dirige junto a Juan Martín Zubiri, tiene que ver con que “es una movida cultural y humana que está muy cuidada y trabajada desde un ideario que tiene que ver con que todo el mundo puede hacer teatro, bailar, cantar más allá de como le salga”.

 
En cuanto a la influencia del teatro en la sociedad, Otero considera que “el teatro es una manera de contar el mundo y siempre es un hecho político”. Además, agrega: “Requiere del encuentro y la participación de personas comprometidas con un fin común y genera un movimiento social de gente que se acerca a un lugar para reflexionar, compartir miradas y entenderse a sí mismos y a la sociedad en la que vive. El teatro plantea miradas sobre la vida, la muerte, el amor, la sociedad, la religión”.

 
Teniendo en cuenta ese rol social y la posibilidad de fomentar el trabajo de grupos que no cuentan con sala propia, Otero asegura: “El teatro independiente no es un negocio, no da plata. Cuando abrís la sala para que venga gente a hacer su obra, no le pedís que te traiga una determinada cantidad de público. Ponés una infraestructura para algo que quizas no te deje plata. Si esto no tiene un sentido social y cultural no cierra por ningun lado. Si el teatro es visto como un negocio, es difícil que subsista”.

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