Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio según San Marcos 11,1-10: Pascua: no hagamos inútil la cruz redentora de Cristo.

Cuando Jesús y los suyos iban de camino a Jerusalén, al llegar a Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, les dijo a dos de sus discípulos: «Vayan al pueblo que ven allí enfrente, al entrar, encontrarán amarrado un asno que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganmelo. Si alguien les pregunta por qué lo hacen, contéstenle: «El Señor lo necesita y lo devolverá pronto».  Fueron y encontraron un asno en la calle, atado junto a una puerta, y lo desataron. Algunos de los que allí estaban les preguntaron: «¿Por qué sueltan al asno?» Ellos le contestaron lo que había dicho Jesús y ya nadie los molestó. Llevaron el asno, le echaron encima los mantos y Jesús montó en él. Muchos extendían su manto en el camino, y otros lo tapizaban con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante de Jesús y los que lo seguían, iban gritando: «¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el reino de nuestro padre David! ¡Hosanna en el cielo!».

 

 

Pascua: no hagamos inútil la cruz redentora de Cristo

La liturgia de este domingo es la bendición delos ramos, con todo lo que significa la alegría del pueblo que recibe a Jesús que entra como Rey, e inmediatamente -unos minutos después- nos relata la Pasión, donde ya se vive otro clima, otra situación.

 

Esa tensión que se da entre ambas situaciones, alegría y cruz, también se encuentra en los mismos sujetos: las voces que decían «¡hosanna, bendito el que viene!», «¡que extraordinario!», «¡qué hermoso, qué alegría!», a los pocos días van a decir: «¡crucifíquenlo, crucifíquenlo, crucifíquenlo!» dejando en evidencia esa contradicción, esa versatilidad, ese cambio contrastante. ¡Agarramos el cielo con las manos y luego nos enchastramos con el barro simultáneamente!

 

Esa tensión se resuelve solamente mirando a Cristo. Él viene a devolvernos la paz, a sanar el corazón herido, a fortalecer las piernas frágiles y endebles de nuestra vida. En esta Pascua Cristo viene a darnos su paz.

 

Veamos el mundo: con guerras, torturas, mentiras, con tantas cosas injustas en nosotros, en nuestra sociedad, en nuestro país y el mundo entero. Hace pocos meses decapitaron a cristianos por sólo llevar el nombre de cristianos. ¡Tanto horror! Y así en muchos lugares. Es una contradicción que, si existe en los demás, no debe existir en nosotros.

 

Que esta Pascua nos sane, que cambiemos, que tengamos fuerza, que tengamos luz, que Cristo pase por nuestra vida y no nos deje igual. Que tenga piedad de nosotros y que nunca hagamos inútil la cruz redentora de Cristo. Él lo dio, Él lo da, pero nosotros tenemos que responder.

 

Seamos hijos agradecidos.
Seamos cristianos dignos, responsables y no inmaduros o inconsecuentes.
Que tengamos una buena Semana Santa y una buena Pascua.

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