Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio San Mateo 13,1-23 -forma breve- (ciclo A): “Hagamos la prueba”

Jesús salió de la casa y se sentó a orillas del mar. Una gran multitud se reunió junto a él, de manera que debió subir a una barca y sentarse en ella, mientras la multitud permanecía en la costa. Entonces él les habló extensamente por medio de parábolas. Les decía: “El sembrador salió a sembrar. Al esparcir las semillas, algunas cayeron al borde del camino y los pájaros las comieron. Otras cayeron en terreno pedregoso, donde no había mucha tierra, y brotaron en seguida, porque la tierra era poco profunda; pero cuando salió el sol, se quemaron y, por falta de raíz, se secaron. Otras cayeron entre espinas, y estas, al crecer, las ahogaron. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto: unas cien, otras sesenta, otras treinta. ¡El que tenga oídos, que oiga!”.

 

 
“Hagamos la prueba”
Este Evangelio nos habla de la importancia de la Palabra; la Palabra de Dios que nos habla, que nos convoca, que nos reúne; que habla a nuestro corazón y requiere una respuesta. Como buenos discípulos debemos aprender nuevamente a estar atentos en la escucha de la Palabra. Sabemos que en nuestra vida hay muchos ruidos, mucha dispersión, muchas tensiones, y bastantes distracciones que muchas veces no sabemos cómo recogernos, cómo retomarnos; corremos, corremos, corremos y por eso nuestra vida se torna superficial e infecunda

 

Creo que debemos retomar y poner ciertos gestos y actitudes en nuestra vida: el silencio, la pausa, una respiración profunda, una atenta lectura de la Palabra de Dios, una profunda meditación, reflexión, luego una disponibilidad y una respuesta. Como ven, es un trabajo espiritual y a veces no estamos en condiciones de llevarlo a cabo. Y porque no lo llevamos, nuestras respuestas son efímeras, mediáticas, superficiales y casi nada de profundas.

 

Es importante volver a escuchar y leer con detenimiento la Palabra de Dios para poder dar nuestra respuesta ¡hagamos la prueba! La Palabra de Dios nos reúne, nos convoca, le preguntamos y Él nos responde. Esa palabra, ese mensaje, no tiene que tocar solamente cosas externas de nuestra vida, ¡tiene que tocar nuestra existencia!

 

La Palabra es viva, eficaz y vital. Tiene que tocar nuestra vida; tiene que conmover nuestra existencia. No debemos quedarnos del lado de afuera. Debemos dejar que la Palabra entre en nuestro corazón y desde ahí dar una auténtica y profunda respuesta.

 

Trabajemos espiritualmente y recordemos que Dios nos habla pero reclama y requiere nuestro aporte y respuesta personal. La voluntad de amor y el amor apoyado en la voluntad.

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