Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio San Mateo 3,13-17 «Profeta – Sacerdote – Rey»

Jesús fue desde Galilea hasta el Jordán y se presentó a Juan para ser bautizado por él. Juan se resistía, diciéndole: «Soy yo el que tiene necesidad de ser bautizado por ti, ¡y eres tú el que viene a mi encuentro!». Pero Jesús le respondió: «Ahora déjame hacer esto, porque conviene que así cumplamos todo lo que es justo». Y Juan se lo permitió. Apenas fue bautizado, Jesús salió del agua. En ese momento se abrieron los cielos, y vio al Espíritu de Dios descender como una paloma y dirigirse hacia él. Y se oyó una voz del cielo que decía: «Este es mi Hijo muy querido, en quien tengo puesta toda mi predilección».

 

Profeta – Sacerdote – Rey
Así comienza el ministerio público de Jesús; su bautismo es como el inicio de la misión. Recordamos cuando Jesús se encarnó, en el seno virginal de María, y cuando fue dado a luz en la Navidad, Cristo -verdadero Dios y verdadero Hombre- viene a este mundo enviado por el Padre para cumplir con la misión. La misión de salvarnos, de rescatarnos, de redimirnos, de devolvernos el sentido del amor, la misión que significa vivir como hermanos en el Hijo, siendo hijos de Dios.

 

Es importante darnos cuenta de la presencia de la Persona de Jesús: Él vino para hacer la voluntad del Padre y no su voluntad; se ofreció en el sacrificio de la cruz por amor al Padre y por amor a nosotros. Hay que estar atentos a esta misión porque no somos espectadores que tenemos las manos  atadas, ni los ojos ocultados en la visión, como ciegos. Tenemos que involucrarnos, tenemos que escuchar, tenemos que seguir, tenemos que imitar. También nosotros tenemos una misión y muchas veces, en nuestra vida, la hemos ido dejando en partes, a la vuelta de la esquina, perdiendo el sentido del por qué, la finalidad, el proyecto, la vida, la misión.Que mirando a Jesús, verdadero Dios y verdadero Hombre, cumpliendo Él con su misión, también nosotros encarnemos la nuestra. Esa participación. Y en esto, la voz del Padre que ratifica y dice: «Este es mi Hijo muy amado, en quien tengo puesta mi predilección»; la voz del Padre con el Espíritu -que no sólo desciende sino que permanece con Él para siempre en la Iglesia-.El Bautismo de Jesús que es profeta -porque nos anuncia la Buena Nueva-, es sacerdote -porque es el único sacrificio redentor- y es rey porque Él reina en el corazón de los hombres y delos pueblos.

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