Reflexiones de Monseñor Rubén Frassia

El Obispo de la Diócesis de Avellaneda – Lanús, en sus reflexiones radiales semanales, se refirió al Evangelio San Lucas 9,18-24: «Cristo: Fuente de nuestra misión».

Un día en que Jesús oraba a solas y sus discípulos estaban con él, les preguntó: «¿Quién dice la gente que soy yo?». Ellos le respondieron: «Unos dicen que eres Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, alguno de los antiguos profetas que ha resucitado». «Pero ustedes, les preguntó, ¿quién dicen que soy yo?». Pedro, tomando la palabra, respondió: «Tú eres el Mesías de Dios». Y él les ordenó terminantemente que no lo dijeran a nadie. «El Hijo del hombre, les dijo, debe sufrir mucho, ser rechazado por los ancianos, los sumos sacerdotes y los escribas, ser condenado a muerte y resucitar al tercer día». Después dijo a todos: «El que quiera venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá y el que pierda su vida por mí, la salvará.

 

Cristo: Fuente de nuestra misión
Las peguntas que Jesús hace a los Apóstoles, «¿quién dice la gente que soy yo?» y «¿quién soy yo para ustedes?», nos trasladan al nombre que llevamos: cristianos, católicos, creyentes; y son preguntas que nos las tenemos que hacer si realmente creemos en Dios, si realmente creemos en Cristo. Cristo es quien crea en nosotros una cultura, una actitud, un comportamiento, una vida de filiación, de hijo, y una vida respetuosa y creativa de hermanos entre nosotros.
La fe siempre está unida a la vida y la vida está iluminada y sostenida por la fe. Por eso, Eucaristía y Misión son dos realidades inseparables. Cristo es la fuerza que nos da -a través de la Eucaristía- para que lo recibamos, seamos sostenidos y recibamos el alimento como verdaderos discípulos suyos. Cristo Eucaristía es la fuente que nos impulsa a cumplir la Misión.
Como creyentes no podemos mirar desde la vereda de enfrente, no podemos cruzarnos de brazos o ser indiferentes; como creyentes tenemos que comprometernos y saber que -porque tenemos esperanza- nos comprometemos en este presente en la presencia de Dios. De habitantes a ciudadanos: formar, forjar y fortalecer valores que no están presentes en nuestra sociedad.
Valores: responsabilidad, justicia, verdad, compromiso, transparencia. Y que todas aquellas cosas que nada tienen que ver con nosotros no las alimentemos ni las sigamos transmitiendo: injusticia, corrupción, mentira, insolidaridad, indiferencia.

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