Paulino, “el rey del balero”: El amor por un juguete y un club hecho museo

Con 82 años, este famoso vecino de Sarandí hizo de su dormitorio un templo para sus dos mayores pasiones: el balero y el Club Atlético Independiente. Un personaje entrañable que regala su arte a deportistas y famosos.

El barrio de Sarandí, específicamente la calle general Deheza, tiene una casa que se distingue del resto, no por una arquitectura extravagante, sino porque está pintada completamente de rojo y blanco y su jardín está decorado con figuras de cemento como la Pantera Rosa y el Pato Donald.

 

Sin embargo, lo que más llama la atención es un balero de cemento armado, que tiene 80 centímetros de diámetro y 1,20 centímetros de alto, con el escudo de Independiente fileteado en el centro de la bocha, 12 luces multicolores y una inscripción que indica que estamos en la casa de “Paulino, el rey del balero”.

 

Con más de 600 baleros regalados a estrellas del espectáculo y del fútbol como Diego Maradona, Marcelo Tinelli, Víctor Hugo Morales y Ricardo Bochini; Paulino Gómez, de 82 años, armó en la habitación que comparte con su esposa Beatriz un museo donde viven sus dos pasiones: el balero e Independiente.

 

El rojo y el blanco de los muebles y las paredes, la gigantografía de la maqueta del nuevo estadio del Rojo, cuadros con las fotos de las grandes glorias del Rey de Copas y más de 20 baleros visten ese dormitorio devenido en templo. Ver las imágenes de futbolistas como Ricardo Bochini, Vicente de la Mata, Ricardo Pavoni, Arsenio Erico y Raúl Bernao, con trofeos en sus manos, es como ingresar a un túnel del tiempo que traslada a quien entre a ese lugar a los años en los que ganar títulos era una costumbre de Independiente.
El amor de Paulino por este juguete empezó cuando le mando un balero a un letrista para que le dibuje un escudo de Independiente en la bocha. “Quería tener un balero, pero lo que menos me imaginé es que iba a ver una cosa tan linda. Cuando lo vi, ahí nació una pasión y empecé a regalar”, asegura.
Mientras se viste con una campera roja de Independiente, pantalón blanco y zapatillas rojas, muestra un trofeo que se ganó en el programa de Gerardo Sofovich, La noche del domingo, el 12 de junio 1988. “El único tipo que no lo dejó hablar fui yo, me dijo ‘Paulino seguí vos el programa’”, recuerda de aquella noche en la que ganó la ronda contra cuatro competidores. Pero no fue su última vez frente a cámara. Estuvo con Carmen Barbieri, en Movete, pero antes visitó el programa de Susana Giménez, Hola Susana. “Venían a cada rato a preguntarme cómo estaba. Me decían ‘mire que van a verlo 3 millones de personas’ y yo les contesté ‘es muy poquito’”, relata sobre aquella noche con la diva de los teléfonos.
Para graficar todas sus apariciones en la pantalla chica, saca de un armario una carpeta que contiene toda su historia con el balero. El archivo, cuidadosamente ordenado dentro de folios, arranca con una carátula que pregunta “¿Qué es un balero?” y continúa con recortes de entrevistas que le hicieron en diarios y revistas, un texto que le dedicaron, “Poesia para el rey”, y fotos de él con sus baleros y con famosos. “Este balero de mazapán es de cuando cumplimos años años con Julio Grondona, en Lista Roja”, apunta mientras enseña la foto con el fallecido ex presidente de la Asociación del Fútbol Argentino, quien sostiene en su mano un balero con los escudos de Independiente, Arsenal y de la AFA serigrafiados en la bocha. “Quiero ampliarla y colgarla en la pieza”, agrega.
A Paulino le gusta contar sus anécdotas, pero también disfruta demostrando sus habilidades con el balero. Se pone de pie, una pierna delante de la otra y con la espalda encorvada hacia delante acompaña cada movimiento del balero. Acierta una, dos y hasta tres veces seguidas. Pero una dolencia física que lo aqueja desde hace varios días le impide mantener el ritmo. “No duermo hace 48 horas y estoy tomando pastillas que me dejan boleado”, apunta con cierta decepción.
Paulino es tan famoso que no pasa desapercibido en el barrio y cuando está en el estadio “Libertadores de América” viendo a su querido Rojo. Sin embargo, él no se la cree y siempre saluda a todos. “Me miran tanto que les digo ‘hola, ¿qué tal?’. Sino van a decir ‘éste se la pilló’ y no me la pillé, sigo siendo un pulidor de pisos”, confiesa.
Uno de sus momentos de mayor felicidad fue cuando le regaló a su ídolo, Ricardo Bochini, un balero con su cara en la despedida del ídolo máximo del Rojo. Aunque, admite que a la persona que más disfrutó regalarle un boliche, como se conoce a este juego en España, fue a un hincha y ex futbolista de Racing, “Quique” Wolff. “Le prepare un balero, lo pinté y le hice hacer el escudo de Racing. Entré al programa de radio que hacía y me dijo que me conocía de verme jugar en la cancha al balero y ahí se lo dí”, comenta sobre el ex defensor de la selección Argentina, a quien califica de “buen periodista y buena persona”.
Interrumpe la conversación, se levanta y va hacia su cuarto. De regreso, trae un balero que tiene el dibujo de Mamá Cora, uno de los personajes más famosos que interpreta Antonio Gasalla, el único famoso que se portó mal con Paulino y le rechazó un balero. “Un día mi pibe nos saca las entradas para ir a verlo. Salimos del teatro y me voy para el cordón donde había un coche muy lindo. Me apoyo en el capot, sale Gasalla, viene hacia el coche y lo encaro. ‘Buenas noches señor Gasalla, juego al balero y estuve en el programa de Susana Gimenez’. Se lo dije porque ahí ya hay algo en común de por medio. ‘Me gustaría regalarle un balero, ¿dónde se lo llevo?’. ‘Acá, al teatro’, me responde. Pasaron tres meses y en ese lapso hago el balero. Volví otro día y cuando sale Gasalla me arrimo y le digo ‘don Antonio, le traje el balero’. Y me responde ‘vos con tu balero y yo hace dos horas que estoy en el teatro’. Se fue toda la gente y me quedé. Los que escucharon me vinieron a ver y me dijeron que no le de importancia. Me quedé con el balero. Ésta fue la única persona que se portó muy mal. Lo que tiene que saber la gente es que estás regalando una cosa de corazón.
Paulino tiene seis hijos, tres con su primer mujer y otros tres con la actual, y piensa qué harían ellos con sus baleros cuando él ya no esté. “No les gusta que juegue al balero, pero creo que guardarían y cuidarían todo por la persona que soy y como me tienen ellos a mí”, asegura.
El balero apareció por primera vez en el siglo XVI, cuando el monarca Enrique III (rey de Francia de 1574 a 1589) paseaba por la vía pública demostrando su destreza con este juguete. Si alguna vez, alguien escribe un libro sobre la historia de este objeto, además de contar lo que hacía Enrique III, también deberá dedicarle un capítulo a un vecino de Sarandí que atesora estos juguetes con mucho amor, “Paulino, el rey del balero”.

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