Parar la olla

Escribe Claudio Penso, especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento.

Nadie sabe cómo se originó pero hay evidencias de que su utilización data de 4 mil años en China, Irán, India y África. Está considerado el sistema de riego más eficiente que ha concebido la humanidad.
Junto a las plantas se entierran ollas de arcilla, terracota y barro, con cuello semejante al de las botellas, la parte superior a ras de la superficie y llenas de agua. Se las tapa con una piedra o con barro. Las paredes no están esmaltadas y aunque el agua no se escapa, permiten que la humedad las traspase en su punto exacto, en la proporción en que las raíces hacen su trabajo de succión. Ellas crecen alrededor de las ollas y jamás desperdician una sola gota, sólo toman las necesarias para alimentarse.
La naturaleza de los padres es aportar los nutrientes a sus hijos, por eso están cerca mientras viven. Cuando estos son facilitados en forma ilimitada, se produce la evaporación y la dispersión, los hijos, igual que las plantas no aprenden a valorar los recursos. Sin embargo, cuando  deben hacer el trabajo, intervenir con su voluntad para obtener lo que necesitan, comienza un milagro. Las raíces, al igual que los hijos, aprenden a administrar la escasez y la abundancia, actuando en su justa medida.

 

Claudio Penso
Especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento
claudio@claudiopenso.com

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