Nedich, gitano y escritor nacido en Sarandí

Escribe Antonio J. González.

En los primeros días de febrero en 1959 nació en una de las carpas del campamento de gitanos que había entonces en los terrenos de Sarandí. La crónica dijo que “todos festejaban la llegada del niño morocho y cabezón, las mujeres espantaban las moscas y el calor pegajoso con abanicos hechos de diarios viejos” y pensaron, apenas lo vieron, que sería “un hombre diferente”. Pero nadie preveía que Jorge Emilio Nedich, gitano, nómada, fuera después fotógrafo de plaza, corrector en una editorial, remisero, vendedor de autos y un hombre “con mirada angustiada y atávicamente melancólica”, que luego – a contrapelo de su origen- se recibió de profesor de Letras, convirtiéndose hoy en un escritor representativo de su pueblo.Es profesor universitario y de escuela media, títulos que ganó luego de ir a la Justicia, reclamando legalmente que lo aceptaran como alumno sin haber cursado ni la escuela primaria ni la secundaria.

 

 

Ha publicado varias novelas, dos de las cuales fueron finalistas del Premio Planeta. Se escolarizó sólo una semana en su vida. Tiene dos hijos. Vive solo en el barrio de Caballito. Nedich ha estudiado profundamente el origen de su pueblo. “Una vez fui a hacerle una entrevista al embajador de Rumania -cuenta Nedich en un reportaje- y el hombre me habló horas en contra de los gitanos, hasta que le expliqué que yo era de ese pueblo. ¿Sabés qué me dijo como para disculparse? Que los gitanos somos buenos músicos.”

 

 

“Yo aprendí solo a leer con las historietas que vendía en los trenes a los nueve o diez años, porque nunca me escolarizaron y porque estábamos en permanente movimiento” dice Nedich. “Por eso, cuando agarré el primer libro pensé que estaba mal escrito, porque no tenía dibujos, había menos tildes y faltaban los globos del diálogo. Luego lo descubrí a García Márquez y leí todo de él y, de ahí en más, no paré”.

 

 

Comenzó su vida “profesional” a los 12 años como fotógrafo de plaza, con un pony para atraer a los chicos y cerca de su madre, Rosa, y sus hermanas, Susana e Isabel, las tres analfabetas, que vendían baratijas y adivinaban la suerte por unas chirolas. Pero él supo entonces que no podía seguir en la plaza y comenzó a inmiscuirse en la venta de autos, como los mayores, profesión que ejerció a la vez que leía y leía.

 

 

Su refugio fue la fotografía y lospoemas que improvisaba. Su malestar: la eterna disconformidad con esa vida errante. Su estigma, darse cuenta de que el destino que le esperaba caminando por el mundo era “patético, eso lo entendí a los 15 años”.”Yo quería ser escritor, pero lo hacía mal, porque no entendía los libros. Leí a Borges y no lo comprendí”. Nedich ya había salido del campamento y tenía novias que no eran gitanas, pero él escribía y escribía y se enamoraba, según él, cada 15 minutos de las mujeres que conocía. Fue finalista del premio Planeta con “Leyenda Gitana”, publicada en 2000 y “El aliento negro de los romaníes” en 2004. Su último libro es “El pueblo rebelde”, crónica de la historia gitana.

 

ajgpaloma@ gmail.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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