Miriam Odorico: Del Instituto Municipal de Teatro de Avellaneda a los escenarios de todo el mundo

La actriz que brilla en reconocidas obras de la escena nacional e internacional. Desde hace diez años, Miriam ofrece su cuerpo y alma a “Meme”, la disfuncional madre de “La omisión de la familia Coleman”, y cada miércoles encarna a Cecilia en “Signos”, la miniserie coproducida por Pol-ka y la cadena TNT transmitida por El Trece.

 

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Corría el mes de marzo de 1975 cuando una vecina de Lavalle al 300 saludó a la jovencita de pelo enrulado y ojos brillantes que vivía en una casa de esa cuadra.

 

 

Todo lucía cotidiano en esa tarde de otoño. Sin embargo, algo mágico estaba a punto de ocurrir, ya que ese día Miriam Odorico se encaminaba con paso decidido a su primera clase en el Instituto Municipal de Teatro. “Por ese tiempo la escuela de teatro funcionaba en la Casa de la Cultura, aunque un tiempo después se mudó al correo”, relata Miriam.

 

 

“Haberme formado en una escuela donde tenía clases todos los días, con varias horas de trabajo, y cursando materias como foniatría, canto, historia del arte, expresión corporal, fue un verdadero privilegio”, reconoce.

 

Quien hoy es una multipremiada actriz, ingresó al Instituto Municipal de Teatro mientras cursaba el segundo año de su escuela secundaria. “Tuve la hermosa posibilidad de formarme integralmente en el arte porque, además del teatro, los sábados íbamos con varios amigos al IMEPA, el Instituto de formación por el Arte de la ciudad”, asegura.

 

 

Por entonces, los estudiantes de teatro eran casi todos adultos “porque no era común que adolescentes de catorce o quince años hiciéramos teatro”, relata la actriz. Indudablemente esa precoz e integral formación contribuyó a que el talento de Odorico floreciera en todo su potencial, sin limitaciones de géneros ni medios.

 

 

Bajo la dirección del talentoso Claudio Tolcachir, desde hace diez años, Miriam ofrece su cuerpo y alma a “Meme”, la disfuncional madre de “La omisión de la familia Coleman”.

 

Esta obra, nacida de las entrañas del mítico grupo de teatro “Timbre 4”, llevó a la actriz alrededor del mundo. Premiados en festivales y teatros de todo el mundo, los Coleman viajaron por Bolivia, Uruguay, Chile, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia, Estados Unidos y Canadá, entre otros. También se presentaron en Francia, España, Italia, Irlanda, Bosnia, Alemania, Serbia y hasta en Shangai.

 

Con más de mil quinientas funciones y ciento cincuenta mil espectadores, los lectores aún tienen la posibilidad de verla en la Sala Pablo Neruda, del Paseo La Plaza, en pleno centro porteño.

 

 

Al preguntarle a Miriam por el secreto para una repercusión tan amplia de esta obra del teatro independiente, devela que “Claudio Tolcachir armó un equipo muy bueno. Además de ser talentosísimo tiene esa capacidad para juntar gente.

 

 

¡Convivimos durante meses en giras en las que nunca nadie se quedó dormido ni dejó de plantón en la puerta del hotel a los demás! A nosotros nos alegra estar juntos, nos pone contentos. Nos respetamos. Somos apasionados por lo que hacemos. Queremos el producto y lo cuidamos. No podemos permitirnos que algo lo arruine”.

 

La riqueza de la expresión de Miriam se manifiesta en todo tipo de medio: teatral, cinematográfico y televisivo. Su actual labor teatral incluye el protagónico femenino de “Tribus”, con Patricio Contreras, y la próxima puesta en escena de “El viaje, una comedia poco divina”, junto al actor italiano Gianpaolo Samá.

 

En 2014 estrenó en cine “Cómo funcionan casi todas las cosas”. Y cada miércoles encarna a Cecilia en “Signos”, la miniserie coproducida por Pol-ka y la cadena TNT transmitida por El Trece.

 

Miriam reivindica su origen: “Para mi Avellaneda era el pueblo chico, donde ir al Normal y estudiar teatro era totalmente posible. Ir y venir caminando, jugar en la vereda, que los vecinos del barrio vinieran a mi casa, que era muy grande, con un zaguán larguísimo y un fondo con frutales. En los veranos se llenaba de amigos con los que disfrutábamos de una libertad enorme”, recuerda.

 

El primer teatro que conoció Miriam Odorico, cuando tenía nueve años, fue el Teatro Roma. Quizás el mismo escenario que la reciba en un futuro no muy lejano. Sería una grata ocasión para apreciar nuevamente esos ojos enormes que, aunque hayan brillado en muchísimos escenarios del mundo, se hacen más intensos al recordar su nacimiento a la vida teatral aquí, en el Instituto Municipal de Teatro de Avellaneda.

 

Griselda Carbonell
Estudiante de la UNDAV en práctica preprofesional en Diario La Ciudad
griseldacarbonell@gmail.com

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