Fernando Samartín: El Sandro de Avellaneda

Un joven artista que homenajea al gitano desde hace años y que ha recorrido los escenarios de todo el país.

El artista avellanedense Fernando Samartín recorre desde hace años los escenarios de todo el país con su tributo a Sandro, uno de los más grandes cantautores de la música nacional, a quien homenajea en cada presentación con una calidad y un profesionalismo absoluto.

 

 

Fernando nació el 24 de julio de 1982, en el Sanatorio Itoiz de Avellaneda y vivió hasta los doce años en una casa ubicada en la calle O ´Higgins al 900, cerca del Hospital Presidente Perón. Luego su familia se mudó a una vivienda del Pasaje La Paz al 200, donde todavía conserva su habitación con sus elementos de dibujo, su otra gran pasión. En la actualidad y por razones laborales, reside en el barrio de Palermo, pero Avellaneda sigue siendo su ciudad.

 

“El Jardín de Infantes lo hice en la Asociación Cristiana de Jóvenes y la primaria y secundaria en la ENSPA, que es como mi casa, tengo por ella un sentido de pertenencia especial”, confesó a La Ciudad el joven Samartín, durante una charla en una confitería del centro de nuestra ciudad. “Cada vez que llego a Avellaneda y el colectivo toma la avenida Belgrano miro la escuela y me pongo contento”, aseguró.

 

Durante la entrevista, Fernando recordó con simpatía una anécdota que fue la antesala de lo que luego sucedió con Sandro.

 

“En tercer grado mi profesora de inglés, Mariú Fernández, preguntó quién quería actuar para un acto de fin de año. El número era el Gordo y el Flaco, habían traído para dirigir a un sobrino de Sandrini y nadie le contestó. Ella salió del aula e inmediatamente fui a buscarla para decirle que me animaba. Ese fue mi primer contacto con el arte escénico. Al principio lo disfruté mucho y seguí actuando hasta los doce años, luego me agarró la vergüenza total”, relató Fernando entre risas.

 

Ya en su adolescencia, mirando el canal Volver junto a un grupo de amigos; Fernando vio por primera vez una película de Sandro y sintió una gran atracción por el trabajo del artista, con quien, hasta ese momento, su único contacto era su madrina Silvia, una de las “nenas”, tal como se conocen a las admiradoras del Gitano.

 

“Sandro fue un artista que traspasaba la pantalla, tenía magnetismo. Hasta ese momento escuchaba mucho Fredie Mercuri (líder de Queen), pero había algo parecido entre ambos, vi una conexión, los dos grandes amantes del teatro y llevaron el dramatismo y la teatralidad al escenario, entonces me dije: esto no es para gente mayor”, señaló.

 

“Empecé a buscar discos y películas, en ese entonces no había ni Google ni Youtube, entonces iba a parque Rivadavia a buscar VHS”, recordó. “Me iba metiendo cada vez más en el personaje y me gustaba, pero cuando cantaba mis amigos me decían ¡calláte Fernando! porque sin dudas lo hacía muy feo. Igual insistía y seguía cantando. Para mí cualquier oportunidad estaba buena para pintarme las patillas y ponerme a cantar los temas de Sandro”, reconoció.

 

A los dieciocho años, Fernando inició sus estudios de la tecnicatura en bellas artes. Al mismo tiempo, su padrino lo arengó para que estudiara canto y le presentó a Daniel Alvarez, un profesor de la zona de Wilde. “Me hizo una prueba y me dijo: tenés condiciones pero también todos los errores de una persona que nunca estudió canto”, continuó el relato. “A la semana fuimos con mis amigos a un canto bar en Callao y Santa Fe, llevé los cd con las pistas, tenía el pelo muy corto, bigotes y un amigo, Guido, le dijo al encargado del bar que yo quería cantar temas de Sandro, y le respondió que sí. Canté dos o tres temas y gustó. Cuando terminé, el mozo se acercó y me dijo que el gerente quería hablar conmigo. Me preguntó si trabajaba de esto, y le respondí que sí, aunque era mentira”, confesó. “Y me dijo que en quince días tenía un show, no lo podía creer”, recordó con emoción.

 

“Llamé de inmediato al profesor de canto para que me dé clases, compré una camisa roja y otra celeste, un pantalón Oxford y zapatos, indumentaria que creía que usaba Sandro. Me dieron dos show, el primero fue un viernes y fue genial, porque estuvieron todos mis amigos, pero al día siguiente me presenté nuevamente y fue lo peor que me pasó en la vida. No estaban mis amigos, era un sábado, había pibes de dieciocho años que iban a una previa y yo cantando Sandro, no tenía nada que ver. Luego me presenté una fecha más y ya no me llamaron…”

 

En septiembre de 2013, y por intermedio de su profesor de canto, Fernando presentó su show de Sandro en un local gastronómico de San Telmo y a partir de ahí no dejó de trabajar.

 

“Estuve allí por lo menos cuatro años, todos los fines de semana, y me contrataban para eventos, festivales, cumpleaños, hasta que llegué a cantar con los músicos de Sandro”.

 

Fernando detalló también cómo vivió el lamentablemente fallecimiento del popular músico argentino. “En enero del 2010 estaba en la costa Atlántica, con compromisos tomados, cuando me enteré de la muerte de Sandro. Inmediatamente cancelé todo, por una cuestión de ética y respeto”, remarcó.

 

“En febrero me empezaron a llamar de los lugares donde me iba a presentar y me dijeron que la gente quería ver el show. Entonces volví y la verdad que fue increíble”, recordó Fernando.

 

“En una de esas presentaciones me contrató un productor, que a su vez nos contactó con Sebastián Giunta, quien fue el pianista de Sandro. Empezamos a trabajar juntos y al año me propusieron hacer la comedia musical “Por Amor A Sandro”, en la Calle Corrientes, y ese fue mi despegue total”, sostuvo el joven artista. “El 20 de enero de 2012 la estrenamos en el teatro Broadway y ahí me cambió la carrera. Fue el fruto de diez años de trabajo, de hacer presentaciones en Pettit Bar (desde 2005 hasta el 2010), de mi primer teatro que fue el Roma (marzo 2010 y abril 2011) y luego el Colonial (junio 2012)”.

 

Desde entonces, Fernando Samartín lleva su arte por todo el país, donde es aclamado por legiones de admiradoras que le agradecen mantener viva la memoria y la obra artística del Gitano.

 

“Soy un agradecido a Sandro creo que él desde arriba me dijo: ‘bueno pibe seguí cantando mis temas’, si no de otra manera no me lo puedo explicar”, dice Fernando con un dejo de incredulidad.

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