El Colegio Parroquial Pío XII cumplió 55 años

Fue fundado en marzo de 1960.

Uno de sus fundadores recuerda al impulsor del proyecto, Alberto Tumini, y dos ex alumnos relatan su historia de amor nacida en la escuela.
A comienzos de 1960 un grupo de feligreses, bajo las directivas del cura párroco de la entonces Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción (en la actualidad, Catedral de la Diócesis del Obispado de Avellaneda-Lanús), Monseñor Doctor Juan Francisco Tumini, crearon un colegio regido por la religión católica. Se trata del Colegio Parroquial Pío XII, que festejó en marzo su 55º aniversario en la ciudad. La explicación del nombre se debe a: “Parroquial” por haber sido su seno de inspiración y gestión, la del cura párroco fundador dentro de su ámbito y “Pío XII” por la devoción de Tumini a quien fuera Papa entre 1939 y 1958.
Una de las personas que pertenecía a la Parroquia es Alberto Rey, representante legal del Nivel Inicial junto al Monseñor Luis Giani, quien a su vez comparte el cargo con Eloy Cid en los otros niveles (primario, secundario y terciario). “Los que vivíamos cerca de la zona teníamos la inquietud de tener un colegio parroquial, y a partir de 1960 se reconoció como parte de la enseñanza oficial la escuela Primaria y con el correr del tiempo se habilitó el Secundario, el Terciario y jardín de infantes”, cuenta Rey.
Con mucha emoción, Rey recuerda a quien fue no solo artífice de la escuela sino también un amigo personal: Monseñor Tumini. “Teníamos una comunicación total y tengo un recuerdo inmenso de él. La gente de Avellaneda lo veía como un tipo díscolo, pero era la imagen que daba, no era así. A la hora que lo llamaban, ya sea para una extremaunción o para atender a un enfermo, él iba caminando y no le tenía miedo a nada”, relata.
El colegio comenzó a funcionar, solo para varones, en un edificio de Alsina 172 y luego se alquilaron los inmuebles de las calles Montes de Oca 50 y Alsina 289. Pero ante el aumento de la cantidad de inscriptos las autoridades mudaron las instalaciones al terreno donde se encuentra hoy en día: Beruti 75. En 1965 se construyó, con frente a la avenida Belgrano, el complejo de aulas, biblioteca, laboratorio, sala de conferencias, comedor y espacios para el personal directivo y docente.
Una particularidad que tiene el Pío XII es el fuerte arraigo de sus ex alumnos con la institución. Prueba de ello es que la directora del Secundario, Liliana Córdoba, cursó todos sus estudios secundarios en esa escuela, se recibió allí mismo como profesora, en 1990 comenzó a trabajar en el establecimiento y en 2002 llegó a la Dirección. “Los ex alumnos mantiene la parte afectiva de lo que recogió dentro del colegio y las enseñanzas que recibió maduraron en ellos para tener un vínculo de relación con el colegio”, explica Rey al explicar que el lazo que une al institución con los graduados, más allá de los diversos caminos que tomó cada uno, no se rompe.
Un amor que nació en los pasillos de la escuela

ex alum pio

Luciano y Myriam junto a sus hijos Jimena y Federico y su nieta Delfina

 

En el colegio se estudia, se hace amigos, pero también se encuentra el amor. Tal es el caso de Luciano Fontecha y Myriam López, quienes se tenían de vista de los recreos y de los actos en el Teatro Roma y recién el 16 de Octubre de 1978, cuando él tenía 17 y ella 16, se pusieron de novios y están a punto de cumplir 37 años juntos. “Una de las primeras cosas que me acuerdo es que Myriam iba al primer piso a estudiar y yo me quedaba al pie de la escalera con amigos”, relata Fontecha, quien en ese momento ya estaba flechado por la joven López. Todavía no habían cruzado palabra, hasta que llegó un campamento. En esa época, el coro de la escuela presentaba “El Evangelio criollo” en distintas ciudades del país y hasta en el exterior. “En ‘El Evangelio criollo’ había solistas, personas que tocaban distintos instrumentos como la guitarra, el charango y el bombo. Además estaban los que hacían de apóstoles, la Virgen, Jesús y un coro”, cuenta López. Cuestión del destino, coincidieron en un viaje a la ciudad uruguaya de Salto. Fontecha iba como apóstol y López como parte del coro que dirigía el creador del himno del colegio, Miguel López Valenciaga. Tras los ensayos y las presentaciones, los integrantes de “El Evangelio criollo” descansaban en las casas de familia de los lugares a donde iban. Salían a bailar por la noche y al ritmo de California Dreamin, del grupo Mamas & The Papas, los protagonistas de esta historia se conocían más y más. “Después la acompañaba hasta la casa donde estaba. Hacia un laburito fino”, confiesa Fontecha, quien paso a paso se acercaba a la chica que le quitaba el sueño. “Cuando estábamos regresando, ya habiamos tenido buena comunicación durante todo un fin de semana”, agrega. Desde aquel momento nació el amor que siguió durante los últimos meses de colegio. “Ibamos juntos hasta la parada del colectivo y cuando pasábamos cerca de la comisaría nos decían ‘separaditos’”, recuerda Fontecha de aquellos días donde el país estaba bajo la dictadura militar y los policías no veían bien la demostración de afecto. Fontecha y López se casaron en 1986, tienen dos hijos, Jimena y Federico, que pasaron por el mismo colegio, y una nieta, Delfina, que está en el jardín de infantes de la institución. Una demostración de la identificación y confianza de los ex alumnos con el Pío XII.

 

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