El cálculo de las plantas

 Escribe Claudio Penso, especialista en impulsar procesos de cambio y crecimiento.

Aunque no podemos oírlas todavía, las plantas hablan entre ellas a través de sutiles mecanismos sensoriales.

 
Los científicos sometieron a varias especies a distintas condiciones para simular períodos nocturnos cambiantes, en todos los casos, las plantas eran capaces de gestionar su reserva de almidón con asombrosa precisión hasta el momento exacto en que amanecía, para evitar morir de hambre. Por la noche, en ausencia de luz y de fotosíntesis, la maquinaria molecular no se detiene, sigue generando materia orgánica y lo hace recurriendo a sus reservas de carbohidratos para seguir aportando energía a su metabolismo.

 
En estos experimentos, se cambiaron los horarios de luz, sometiendo a las plantas a diferentes períodos de oscuridad. En la vida real, ocurre lo mismo, por efecto de las estaciones o en las casas y oficinas, las persianas no siempre se abren a la misma hora. ¿Cómo gestionan eficazmente su stock de almidón sin desmayarse?

 
Sea cual fuere la longitud de la noche, artificialmente avanzada o retrasada, las plantas consumen siempre el 95% de sus recursos en almidón acumulados durante el día.
Se barajaron dos hipótesis: La planta tiene durante la noche una consumición variable, o bien realiza una evaluación desde el atardecer de la longitud que tendrá la noche para controlar el ritmo de consumición hora por hora.

 
No obstante haber realizado cambios bruscos en la duración de la oscuridad, las plantas siempre pudieron prever la duración de la noche y su reloj interno en todos los casos supo cómo administrar las proteínas realizando magistralmente cálculos matemáticos con una extraordinaria capacidad de adaptación.

 
Si el sol cae de repente después de 8 horas, en lugar de las 12 horas habituales, el reloj interno calculó las 24 horas menos las 8 horas de luz, estimando que la noche tendría 16 horas. Por lo que dividió su tasa de recursos por la cantidad de horas nocturnas que tendría y lo consumió a la misma tasa cada vez.

 
Lo que hacen es un cálculo matemático de una forma química.

 
Quizá por estar tan centrado en la construcción de su ego, el hombre ha alterado todos los ciclos, rompiendo y jaqueando el delgado equilibrio del universo. En su inmensa plenitud, las plantas continúan creciendo, aplastadas por el cemento, los pájaros aprenden a vivir y a migrar a pesar del veneno y el intenso ruido. Si el hombre fuera consciente de cuánto ha alterado su entorno, regresaría a un estado de inocencia primitiva, para honrar a todos los seres vivos que ha lastimado.

claudio@claudiopenso.com

 

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