Avellaneda-Lanús tiene tres nuevos diáconos

El 16 de abril, la diócesis de Avellaneda-Lanús celebró la Jornada del Buen Pastor en el santuario San Cayetano. Allí se realizaron actividades de animación, reflexión, oración comunitaria y adoración eucarística. El encuentro finalizó en la parroquia San Juan María Vianney (en Monte Chingolo), con una misa presidida por monseñor Rubén Oscar Frassia, en la que tres personas, uno en preparación para el sacerdocio, y dos para el diaconado permanente, recibieron el ministerio diaconal.

El 16 de abril, luego del encuentro diocesano por la Jornada de Jesús Buen Pastor, en el santuario de San Cayetano, la diócesis de Avellaneda-Lanús, celebró junto al obispo diocesano, monseñor Rubén Oscar Frassia, la ordenación diaconal de dos nuevos diáconos permanentes y un diácono en preparación al sacerdocio, en la parroquia San Juan María Vianney (Kloosterman y Tucumán, Monte Chingolo).

 

En su homilía, el obispo expresó que el misterio de Dios -en el misterio de la Iglesia- “es algo que supera nuestra inteligencia, nuestra capacidad de amor y todos nuestros proyectos”, y afirmó que el Señor es rico en misericordia: “No sólo nos dio la existencia, sino que también fue capaz de enviar a Jesucristo, el Buen Pastor, quien dio la vida por todos nosotros, concediéndonos la posibilidad de vivir una vida nueva”.

 

El Señor “no teniendo necesidad de nosotros, quiere tener necesidad y nos llama a cada uno de nosotros”, aseguró y explicó que “así, nos elige gratuitamente en su misterio y nos hace repetir -cada uno en su lugar, en su vida, en su historia- ese misterio de misericordia de Dios”.

 

A los diáconos
“El tema que hoy nos congrega es el llamado a estos hermanos nuestros al diaconado -cada uno en su historia- al servicio del diaconado, que es entrar y pertenecer jerárquicamente a la Iglesia, y a la vez recibir la incardinación a la propia diócesis que hoy los recibe, Avellaneda-Lanús, que les da lugar a cada uno de ustedes”, expresó.

 

El obispo también les pidió “que sean agradecidos, y no ingratos; que la amen entrañablemente porque, por esta Iglesia, reciben este don del ministerio diaconal”. “No se olviden, porque si uno se olvida después se hace ingrato”, enfatizó.

 

“El ministerio diaconal para ustedes –continuó el prelado- tendrán que llevarlo a cabo sabiendo que Dios es quien los llama y que ustedes tendrán que cumplir responsablemente. No es un honor ni un privilegio, es un llamado al servicio y en este servicio de misericordia tendrán que amar más. Son llamados para eso, para amar más”.

 

Vocación: verdad y humildad
“Recuerden que todos tenemos una vocación que debemos descubrirla. Pero para poder descubrirla hay que tener actitudes que después se convierten en aptitudes”, aseveró el obispo y continuó: “La actitud es saber escuchar y escuchar bien. Porque quien escucha bien podrá responder bien”.

 

Luego, pidió vivir en la verdad y con humildad: “Recuerden que todo es una gracia y un regalo de Dios. Pero será posible vivirlo cuando uno lo viva en la verdad. Busquen, vivan y conságrense en la verdad”.

 

“Y en segundo lugar, como es un don y un regalo, hay que vivirlo en la humildad”, aseguró y advirtió que si no hay humildad, puede pasar que uno “empiece a apropiarse, a sentirse dueño, a hacerse patrón de las cosas que uno dice, transmite y comunica”.

 

“Busquen y vivan siempre en la verdad y en la humildad, concluyó.

noticias relacionadas