35 años de la hoguera con libros

Escribe Antonio J. González.

Mempo Giardinelli lo relata así en una nota periodística: “Ese 26 de junio de 1980 está en la memoria más horrible de la Argentina y escribo esto pensando una vez más en todo el dolor que todavía nos deben. Propongo recordar lo sucedido. Propongo que imaginemos aquel 26 de junio de aquel 1980. Día frío y gris, pero no llueve. La acción en Sarandí, partido de Avellaneda, provincia de Buenos Aires. A corta distancia de lo que entonces se llamaba Capital Federal, vemos que de un gran depósito sobre las calles Ferrer y Agüero (hoy Crisólogo Larralde) entran y salen camiones cargados de libros.

 
Son veinticuatro toneladas de libros. En silencio, suboficiales, soldados y policías vacían lentamente el depósito bajo las escrutadoras severas miradas de oficiales del Ejército Argentino, algunos muy jóvenes”.
Boris Spivacow fue “un respetado matemático de 65 años, hijo de inmigrantes rusos.

 
Entre 1958 y 1966 había sido gerente general de Eudeba (la Editorial de la Universidad de Buenos Aires) y la había colocado en el pináculo de la consideración pública por sus colecciones de extraordinaria calidad y cuidado a precios populares” continúa el autor de la nota. Las cenizas eran de toneladas de libros de esa editorial.

 
Constituyó un acto gravísimo de la dictadura militar de entonces y, marcó un antecedente aberrante no ya solamente en el país sino en el exterior. La quema de libros remonta a la inquisición de triste memoria en la historia de la humanidad.

 
Este año se cumplirán 35 años de es acto demencial y terrible. Esperamos que sea recordado con la misión de no perder la memoria al recordarlo, por el grado de atentado cruel a la democracia, a la cultura y a los argentinos.

 

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